Crónicas de la ciudad

Homenaje a La Mundial en la escena del crimen

El nuevo bar del hotel de Moneo homenajea al edificio de Eduardo Strachan, demolido para dejar sitio a la especulación y el cemento armado. Esto es Málaga.

‘La Mundial’, el nuevo bar del hotel de Moneo, esta semana.

‘La Mundial’, el nuevo bar del hotel de Moneo, esta semana. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Si la demoledora Diócesis de Málaga se lo hubiera pensado mejor, hoy tendríamos en el entorno de la plaza de la Merced y de la calle Granada sendos pastiches de las iglesias de la Merced y de San José, por supuesto sólo de la fachada. 

Sería un gesto magnánimo para compensar el derribo de las originales por farisaicos intereses inmobiliarios. En su lugar se levantaron sendos edificios que no desentonarían en los barrios más deprimentes de Beirut

Málaga perdió así la ocasión de convertirse en una Ciudad del Pastiche, con la reproducción de todo lo valioso que iba echando abajo. En su lugar, triste y arrinconada, hoy sólo contamos con la reproducción de La Mundial. El inmueble original era obra de Eduardo Strachan, autor de la calle Larios, fue encargado por Isabel Loring Heredia, hija de los dueños de La Concepción y nieta de Manuel Agustín Heredia y hace un siglo fue Gobierno Civil de Málaga a causa del incendio de la Aduana. El edificio tenía chaflanes y se asemejaba a la proa de un barco para adaptarse a la parcela triangular de Hoyo de Esparteros

Con la demolición de la que en sus últimos tiempos fue la pensión La Mundial para dejar sitio a la especulación, el pastiche sustituto es hoy un broma fuera de lugar, un edificio de nuevo cuño -con la salvedad de la rejería y algún elemento más- que, perdido el sitio para el que fue construido el original, se ha vuelto irrelevante, grotesco y hasta parece haber encogido.

Tampoco ayuda la nueva pérgola que corona el embuste, evidencia de que en Málaga cualquier constructor o empresario puede hacer realidad todos sus sueños. Y todas sus pesadillas.

Esta broma y las que seguirán en el entorno se la debemos a la ejemplar colaboración de los socialistas y populares malagueños que, hombro con hombro, coordinaron sus diferentes complejos de inferioridad para que unos promotores -con el señuelo de un Premio Pritzker de Arquitectura- hicieran lo que les viniera en gana en este rincón del Centro Histórico. Lástima que el resultado fuera un inmueble de segunda división, según afirman varios arquitectos conocedores de la obra de Moneo y algún discípulo, y para más inri poco novedoso, pues su autor ya diseñó algo muy similar hace 30 años en Barcelona

Pero como no hay dos sin tres, el nuevo bar del hotel se llama ‘La Mundial’, emocionante homenaje al edificio demolido, que al final ha resultado ser más valioso que este hotelón en el sitio equivocado. Esto es Málaga y a veces no parece la civilización. Aprovechen. 

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