Mirando atrás

El Conde Rudi: renacer y triunfar en Marbella

Rudolf Schönburg-Glauchau, el Conde Rudi, perdió todas las posesiones familiares tras la II Guerra Mundial. Se reinventó en la hostelería y en 1956, con 24 años, llegaría al Marbella Club para ponerlo en lo más alto, donde sigue a los 90 años. Acaba de publicar sus memorias

El Conde Rudi, en la presentación en Málaga de sus memorias en el Museum Jorge Rando la semana pasada.

El Conde Rudi, en la presentación en Málaga de sus memorias en el Museum Jorge Rando la semana pasada. / Alex Zea

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

«Cuando pierdes todo, uno tiene más fuerza y valor», confiesa el cordial y cercano Conde Rudi. En septiembre cumplirá 91 años y aunque hace año y medio que se jubiló, desvela con una sonrisa que sus tareas no han cambiado: «Todos los días estoy un rato saludando a los clientes y supervisando el trabajo». Se refiere al Marbella Club, el sueño compartido con su primo Alfonso de Hohenlohe al que está ligado desde los 24 años y que ha dirigido durante décadas. Para él fue un auténtico ‘renacer’ en Marbella -por entonces en la conocida como Costa de Málaga, ni siquiera Costa del Sol- un pueblo que ayudó a dar a conocer en medio mundo. 

El protagonista de las memorias, junto a Mariano Vergara y Cristina Armenteros, en el Museum Jorge Rando, donde se presentó el libro la pasada semana.

El protagonista de las memorias, junto a Mariano Vergara y Cristina Armenteros, en el Museum Jorge Rando, donde se presentó el libro la pasada semana. / Alex Zea

Otro momento de la presentación, con el Conde Rudi y Mariano Vergara.

Otro momento de la presentación, con el Conde Rudi y Mariano Vergara. / Alex Zea

Su vida de lucha, superación y éxito puede recorrerse ahora gracias al trabajo del editor José María Sánchez-Robles, que durante seis meses de 2021 ha charlado con este entregado y afable hostelero sajón pero marbellí de adopción. El resultado, ‘El Conde Rudi. Un hombre afortunado’, editado por Edinexus, fue presentado la semana pasada por Mariano Vergara, presidente de la Fundación Unicaja y colaborador de La Opinión, en el Museum Jorge Rando. En la obra, editada también en inglés, el Conde Rudi habla en primera persona y más tarde se suma su mujer, María Luisa de Prusia.  

Condado de Schönburg-Glauchau

Rudolf Schönburg-Glauchau nació en 1932, en una familia, la de los condes de Schönburg-Glauchau, de la alta nobleza alemana y de una rama católica, que gobernó un rincón de Sajonia durante mil años, hasta la llegada de la República de Weimar en 1918. Vino al mundo en uno de los castillos familiares, el de Wechselburg, un palacio barroco del XVIII. Su infancia la pasó aislado con sus siete hermanos en el castillo, con preceptores e institutrices. «Nos encantaba montar a caballo, cazar o recorrer el parque en un carruaje», recuerda en el libro. 

Castillo familiar de Wechselburg, donde nació en 1932.

Castillo familiar de Wechselburg, un palacio barroco del XVIII, donde nació en 1932. / Archivo Conde Rudi

El pequeño Rudi, a la izquierda, con sus padres y sus hermanos, poco después del nacimiento de su hermana Assunta.

El pequeño Rudi, a la izquierda, con sus padres y sus hermanos, poco después del nacimiento de su hermana Assunta. / Archivo Conde Rudi

Las imposiciones del nacionalsocialismo, primero y el estallido de la II Guerra Mundial después trastocarían su vida y la de su familia para siempre: en 1945 muere su padre combatiendo a los rusos y tras la guerra, Sajonia queda en el lado soviético. Como cuenta en la obra, aunque su madre y sus hermanos tenían instrucciones de no abandonar el castillo, sí podían dar «un paseo por el parque en los carruajes». Eran las 3 de la tarde del 18 de mayo de 1945, la familia salió ‘de paseo’ y como cuenta el Conde Rudi: «Cuando llegaron los rusos tuvimos que salir con lo puesto». 

Acogidos por generosos parientes, comenzaba una vida nueva para todos. Y aunque la tradición familiar estipulaba que sus miembros se encaminaran a la banca o a la diplomacia, ya en su adolescencia confesó a su tío y padrino, el príncipe Max Egon Fürstenberg: «Lo que me gusta, por lo que siento pasión, es por la profesión de hostelero»

En sus tiempos como camarero, en el Palace de St. Moritz mientras atiende a clientes, entre ellos su tío y padrino, el príncipe Max Egon Fürstenberg -en el centro-..

En sus tiempos como camarero, en el Palace de St. Moritz mientras atiende a clientes, entre ellos su tío y padrino, el príncipe Max Egon Fürstenberg -en el centro-. / Archivo Conde Rudi

Convenció a su familia y su tío le costeó la enseñanza en la mejor escuela de hostelería del mundo, la de Lausanne. Estuvo de prácticas en un hotel suizo como camarero, «sirviendo a Niarchos (el armador griego) o al barón Thyssen». Y hacía prácticas en la recepción del hotel Vier Jahrezeiten de Hamburgo cuando apareció su prima Ira de Fürstenberg con su marido el príncipe Alfonso Hohenlohe, quien le dijo: «Busco a alguien para un hotel que acabo de abrir en Marbella»

En «el paraíso»

Tras un tiempo, aceptó el reto: aterrizó en Málaga el 28 de diciembre de 1956. «Esto me pareció el paraíso», confiesa. 

Comenzaba así una larga relación -sólo rota 12 años, cuando marchó a trabajar a México y a La Zagaleta de Marbella- con el hotel de su vida, situado en un pueblito entonces de unos 10.000 habitantes. 

En los primeros tiempos, el joven alemán trabajaba sin cesar y dormía en un cuarto del garaje. «Tenía tan sólo 24 años cuando llegué y hacer de él un gran hotel me llenaba de ilusión», reconoce en sus memorias. 

Con Alfonso de Hohenlohe en una fiesta de disfraces en el Marbella Club.

Con Alfonso de Hohenlohe en una fiesta de disfraces en el Marbella Club. / Marpy

Empezó como recepcionista y a los 29 años ya era el director del Marbella Club. El libro detalla las mil y una mejoras que fue experimentando este rincón idílico de la Costa del Sol y que evidencian, junto a Alfonso de Hohenlohe, el tesón con el que trabajó este ilusionado hostelero que nunca se consideró extranjero sino «andaluz de nacimiento». «Como director asumía la tarea de transformar el hotel, de convertirlo en un foco de atracción de primer nivel (...) He vivido para el hotel», confiesa en el libro. 

Con parte del personal del Marbella Club.

Con parte del personal del Marbella Club. / Marpy

Audrey Hepburn, los duques de Windsor, los Krupp, Bismarck, Rothschild, Thyssen, los reyes de Suecia, Bulgaria, Rumanía... el Marbella Club se convirtió en un discreto lugar de vacaciones para personalidades en busca de anonimato.  

Pero el Conde Rudi también ha vivido para su familia, la que a partir de 1971 formó con su prima la princesa María Luisa de Prusia, bisnieta del Káiser Guillermo II y con la que ha tenido dos hijos: Sophie y Friedrich

Con María Luisa de Prusia en el Marbella Club en sus tiempos de novios.

Con María Luisa de Prusia en el Marbella Club en sus tiempos de novios. / Michael Lewin

Los dos primos lejanos se reencontraron, tras mucho tiempo sin verse, en el aeropuerto de Mogadiscio, Somalia: él acudía a visitar a su hermano Joaquim y ella, que trabajaba como enfermera en un hospital para niños con enfermedades infecciosas, dejaba el país porque «trabajaba cuidando a los niños de mi hermano y con mi visita, no había sitio para los dos», cuenta el Conde Rudi, quien confiesa: «Cuando conocí a María Luisa, sentí que me la había mandado mi padre desde el cielo»

La reina Sofía, madrina de Sophie, hija de Conde Rudi y María Luis de Prusia que es prima segunda de la reina emérita.

La reina Sofía, madrina de Sophie, hija del Conde Rudi y María Luis de Prusia que es prima segunda de la reina emérita. / Archivo Conde Rudi

Para José María Sánchez-Robles, el autor de esta obra imprescindible para conocer la Historia de la Costa del Sol y un poco de la de Europa, el Conde Rudi ha sido una persona «con un buen carácter para adaptarse a la vida, porque podía estar lleno de rencor y amargura por haber perdido todas sus posesiones y luego, un hombre rebelde que quiso ser hostelero además de alguien que ha sabido vivir de una forma inteligente y una buena persona». 

La familia al completo, con los pequeños Sophie y Friedrich, los hijos de la pareja.

La familia al completo, con los pequeños Sophie y Friedrich, los hijos de la pareja. / Archivo Conde Rudi

Rudolf Schönburg-Glauchau se quita importancia y explica el porqué de su éxito: «Soy un fanático de hacer las cosas lo mejor posible. Soy feliz con lo que hago y más aún en Andalucía».

Y mucho más, en estas memorias de un hombre afortunado.