En 2015, el firmante aventuraba una hipótesis que resultó finalmente fallida, aunque fuera bonita.
En primer lugar evocaba el Jardín de Aclimatación del militar -finalmente barcelonés y no valenciano- Francisco Javier Abadía. De ahí viene el nombre del barrio del Jardín de la Abadía, cuando en realidad debería haberse llamado ‘de Abadía’.
En el plano de Rafael Mitjana de la Málaga de 1838 aparece situado entre unos campos de cultivo al norte, donde luego se levantó la Estación de Ferrocarril y la fábrica de La Constancia al sur, la Ferrería de Heredia. Para llegar desde el Centro al jardín donde se aclimataban las plantas había que atravesar antes el cauce del Arroyo del Cuarto, que bajaba por la actual calle Jacinto Verdaguer.
Una de las hipótesis que planteaba el firmante era que el enorme ficus de la Explanada de la Estación pudiera ser un superviviente de esos jardines. Un segundo ficus pasó a mejor vida cuando hace justo 20 años se desplomó y el primero se mantiene con un inmenso soporte de hormigón, agrietado últimamente. El ficus superviviente se encuentra justo en el vértice que formaban los jardines, pero las posibilidades son muy pequeñas visto su porte.
Las ‘arrugas’ del ficus de explanada de la Estación
Pero lo que en 2015 planteaba el firmante era que la preciosa araucaria que se encuentra en la calle Juana Jugán (la fundadora de las Hermanitas de los Pobres), la calle entre la antigua fábrica de Lapeira y el asilo fuera otro de los últimos restos del jardín de aclimatación de plantas exóticas.
La verdadera historia de este ejemplar la proporcionó amablemente Ignacio Lapeira, quien explicó que el árbol se plantó en 1918, cuando se inauguró la nueva fábrica de envases de hojalata, obra de Fernando Guerrero Strachan. Se trató de una parcela propiedad de los Lapeira desde 1912 y que a su vez compraron los Larios del extinto Jardín de Aclimatación.
Lapeira: un buen ejemplo de industria malagueña
Además, como detalló Mari Pepa Laraen este periódico, hasta que cerró sus puertas en 1982, este tramo de calle, por entonces calle Góngora y con anterioridad Acequia de Labradores (por aquí bajaba), era un tramo privado de la fábrica, con una cancela abierta por Héroe de Sostoa, cerrada por la parte de la calle Ayala para que no hubiese circulación y así no perder los derechos de propiedad sobre la calle.
Si ha sido una gran suerte para Málaga poder conservar, reconvertida, la antigua fábrica de Guerrero Strachan, también lo es que la ciudad mantenga este viejo ‘árbol fabril’ de espectacular porte y 105 años de vida. Y que cumpla muchos más...