Patrimonio

Castillo de Gibralfaro: pura ruina

Entre los problemas: desprendimientos, vandalismo, un camino cortado desde hace cinco años y falta de seguridad

Hace unos días fue aprobada por unanimidad una moción de Vox que reclamaba medidas de rehabilitación y de seguridad en el monumento histórico-artístico

Antonio Alcázar, concejal de Vox, y el guía Miguel Pérez, delante de uno de los desprendimientos en el interior del castillo.

Antonio Alcázar, concejal de Vox, y el guía Miguel Pérez, delante de uno de los desprendimientos en el interior del castillo. / Álex Zea

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

«Gibralfaro es de vergüenza, soy guía turístico y a mí me da vergüenza enseñar este monumento», confesaba el guía Miguel Pérez el pasado 23 de noviembre en la Comisión municipal de Cultura.

La comisión aprobó ese día, con el voto a favor de todos los partidos, una moción de Vox que reclamaba medidas para rehabilitar el Castillo de Gibralfaro y aumentar su seguridad. 

En primer y segundo plano, dos antiguas garitas de vigilancia.

En primer y segundo plano, dos antiguas garitas de vigilancia. / Alex Zea

La Opinión acompañó la pasada semana tanto al guía turístico como al concejal de Vox, Antonio Alcázar, a visitar los puntos más problemáticos de este monumento histórico-artístico que el año pasado recibió cerca de 400.000 visitas

Un sola salida y poca vigilancia

Con respecto a la seguridad, Antonio Alcázar cree que «el castillo debería tener una salida de evacuación» pues, recordaba la moción, en la actualidad el monumento, como pasa con la Alcazaba, tiene una única entrada y una única salida. 

A su lado, Miguel Pérez apunta además que tanto la Alcazaba como Gibralfaro cuentan sólo con un único vigilante de seguridad para sus respectivos recintos, de unos 15.000 m2 cada uno «y con el flujo de visitantes y miles y miles de visitantes al día».

Vía de entrada y salida a Gibralfaro.

Vía de entrada y salida a Gibralfaro. / Alex Zea

En relación con las visitas, el concejal Antonio Alcázar cree que podrían ser más y lamenta que no saliera adelante una anterior moción de su grupo, en la que apoyaba el proyecto de funicular subterráneo a Gibralfaro, «que llegaría desde la plaza de la Merced al Castillo en tres minutos y con el ticket autofinancias la inversión; hay gente que viene en los cruceros y no sube aquí porque no le da tiempo», subraya.  

Un corte de cinco años

El guía muestra un camino sobre el lienzo de la muralla que está cortado por unas vallas. «Así lleva cinco años porque las obras no han terminado». 

El camino que recorrían los visitantes lleva cortado desde 2018, a causa de un derrumbamiento en el muro norte.

El camino que recorrían los visitantes lleva cortado desde 2018, a causa de un derrumbamiento en el muro norte. / ÁLEX ZEA.

Se refiere al desplome de un tramo de la muralla norte en noviembre de 2018, a causa de fuertes lluvias. El camino lleva desde entonces cortado a las visitas. 

Desprendimientos

Un desplome llamativo es el que muestra un murete en el patio en el que se encuentra el Pozo Airón de Gibralfaro. Miguel Pérez se agacha y entre las piedras desparramadas encuentra un taco de plástico. 

Camino del segundo gran patio, el de la tarima de madera para actuaciones, se atraviesa un pasillo ajardinado en el que montan guardia, entre otros ejemplares, cuatro cipreses resecos por culpa de la sequía o algún hongo, informan unos trabajadores del Castillo. Entre los árboles, por cierto, se aprecian nuevos desprendimientos en los muros.  

Desprendimientos en el Castillo.

Desprendimientos en el Castillo. / Alex Zea

El guía muestra nuevos desprendimientos y se pregunta si no llegará el día en que tenga que cerrarse «la mitad del castillo o más» si no se toman medidas urgentes. 

El grupo avanza hacia la puerta original de entrada, que da al norte, aunque no esté abierta al público. Se empleaba su orientación, informa el guía, para jugar con el sol a favor durante los posibles ataques del enemigo. 

Dentro de la Torre Blanca

Muy cerca de esta puerta original, otro símbolo del castillo es la Torre Blanca o Albarrana, la más grande de la antigua Al-Andalus en su categoría, pero en su interior aguarda otro récord: en los huecos de los arcos pero también en algunos ladrillos hay pintadas de turistas. 

«Y esta está hasta peor», comenta Antonio Alcázar, que señala otra parte de la torre con un aluvión de pintadas, varias de ellas acompañadas por la fecha 2006.

Antonio Alcázar muestra pintadas, alguna de 2006, en la Torre Blanca de Gibralfaro.

Antonio Alcázar muestra pintadas, alguna de 2006, en la Torre Blanca de Gibralfaro. / Álex Zea

«Si hubiera tres vigilantes de seguridad, como debe haber y uno rondando, la gente no se pondría aquí pero como saben que no van a encontrar a nadie de seguridad, se ponen a pintar», argumenta Miguel Pérez.

Los vándalos tampoco han respetado la torre de la primitiva entrada a la fortaleza. En este caso, en la pared, junto a lo que parece un nido de insectos, parece leerse un nombre y la fecha 1966 (¿año de nacimiento del infractor o de realización de la pintada?).

La torre, por cierto, está recorrida por una enorme grieta exterior. Si se sigue la grieta pueden verse, debajo, al pie del monumento, más elementos desprendidos de la muralla. 

Detalle de la grieta.

Detalle de la grieta. / ÁLEX ZEA.

No se libra de las huellas de vandalismo la parte de la coracha terrestre -el doble pasillo amurallado entre las dos fortalezas- más próximo a Gibralfaro. Hay botellas y también grandes pintadas en la zona mas próxima al puesto para cañones del ejército napoleónico durante la invasión de la ciudad. 

Pintadas en la coracha terrestre, el pasillo amurallado que une el Castillo con la Alcazaba.

Pintadas en la coracha terrestre, el pasillo amurallado que une el Castillo con la Alcazaba. / ÁLEX ZEA.

La visita concluye con una colección de garitas que parecen querer despedirse de la vida, con apaños provisionales en forma de refuerzos de ladrillo moderno y ya en el Centro de Interpretación, el detalle de una polvorienta maqueta de Málaga alumbrada por una luz deficiente. 

«Cada vez que subo está peor»

«Cada vez que subo al Castillo está peor, un enclave de esta envergadura y lo que supone para la ciudad y que se encuentre en este estado. Hay un margen de actuación muy importante y el equipo de gobierno tiene que actuar de inmediato», comenta el concejal de Vox, que señala que su grupo está encima para que en los presupuestos haya una partida para las obras en el Castillo. 

Antonio Alcázar considera que junto con las obras de rehabilitación, el Ayuntamiento debe apoyar el funicular subterráneo «para favorecer la movilidad porque no es fácil, tampoco para el volumen de cruceristas que tenemos y desplazarse en un autobús que pasa cada 50 minutos no es lo más idóneo», recalca.

Fin de la visita. 

Suscríbete para seguir leyendo