Arqueología

Descenso a los pozos más desconocidos de la Alcazaba y Gibralfaro

El Real Cuerpo de Bomberos inspeccionó este martes, con la jefa de Sección del Patrimonio Histórico-Artístico del Ayuntamiento, la arqueóloga Fanny de Carranza, sendos pozos Airón de Gibralfaro y la Alcazaba, de 40 y 37 metros de profundidad respectivamente, excavados durante la dominación árabe

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Según la RAE, el ‘pozo Airón’ es un pozo o sima de gran profundidad pero también Airón es el nombre de un dios prerromano relacionado con el inframundo. Y luego está quienes relacionan ‘Airón’ con las corrientes de aire.

En Málaga contamos con sendos pozos Airón en la Alcazaba y Gibralfaro. El primero pudo ser realizado hacia el siglo XI y el segundo, en el XIII, ambos por cuadrillas de esclavos durante la dominación árabe. La arqueóloga Fanny de Carranza, jefa de la Sección de Patrimonio Histórico-Artístico del Ayuntamiento de Málaga, no tiene constancia de que hayan sido explorados.

Este martes lo hizo un grupo de miembros del Real Cuerpo de Bomberos a lo largo de toda la mañana. Como explica Fanny de Carranza, que también bajó en su calidad de arqueóloga, es una gran oportunidad para que los bomberos realicen prácticas y de paso, para conocer estas dos históricas oquedades, a las que acompaña la leyenda, como la que asegura desde hace siglos que el pozo Airón de la Alcazaba se comunica por un pasadizo con el río Guadalmedina.

A las 9.30 horas, en el pozo de Gibralfaro espera la jefa del Patrimonio Municipal, quien por cierto se jubila el próximo 31 de diciembre, tras 43 años en el Ayuntamiento. «Tengo más curiosidad que miedo», confiesa.

Pozo Airón (Alcazaba), más estrecho y a la derecha, foto de grupo en el pozo de Gibralfaro.  | ALEJANDRO SANTANA

Pozo Airón (Alcazaba), más estrecho / Alejandro Santana

El pozo Airón de Gibralfaro simula una fuente de piedra, pero al asomarse el visitante se topa con un pozo oscuro «de 40 metros de profundidad, que es como la altura de un bloque de 15 plantas», cuenta Fanny de Carranza, que recuerda que el Castillo de Gibralfaro pasó de manos del Ejército al de Hacienda y finalmente al Ayuntamiento.

«En los 70, cuando se empezó a arreglar Gibralfaro en tiempos del alcalde Luis Merino, recuerdo que todavía tenía agua», cuenta.

Los bomberos llegan y en cuestión de minutos organizan el descenso con precisión militar. Antonio, cabo del Real Cuerpo de Bomberos, no esconde la felicidad «como malagueño» de poder explorar estos dos pozos tan presentes en la Historia de Málaga.

Entrando en el pozo Airón de la Alcazaba. | ÁLEX ZEA

Entrando en el pozo Airón de la Alcazaba. | ÁLEX ZEA / ALFONSO VÁZQUEZ. MÁLAGA

Con el Grupo Especial de Rescate (GRE), que tanto nombre dio a la labor de los bomberos de Málaga en los años 80, sin funcionar desde hace años, algunos de ellos han formado un grupo por su cuenta, para el que entrenan en sus ratos libres, y con el que, sin apoyo municipal, en septiembre ganaron un campeonato internacional en Sevilla.

Con un bagaje como este, todas las medidas de seguridad son pocas. Un primer bombero desciende al pozo Airón de Gibralfaro tras romper el candado que, desde tiempo inmemorial, cierra la verja de esta profundo agujero.

El nivel de oxígeno

«No sabemos lo que pueda haber abajo, por eso baja una primera persona, para comprobar el nivel de oxígeno», cuenta el cabo.

A los pocos minutos, el detector de oxígeno marca buenos niveles. Lo que no detecta el bombero es acumulación de aire extra, algún tipo de filtración que sustente algún posible pasadizo también bajo el castillo.

Después de comprobar que no hay peligro, la arqueóloga municipal desciende, armada con un arnés con cinco sujeciones, cuyas cuerdas son capaces de aguantar cada una 1.800 kilos de peso.

Acompañada por varios bomberos, Fanny de Carranza se desliza cuerdas abajo, haciendo rápel por las paredes de piedra del sombrío pozo Airón de Gibralfaro, uno de los pocos ‘recovecos’ del patrimonio municipal que le quedaban por examinar en estos 43 años de trabajo en el Ayuntamiento.

Cangilón árabe de una noria, localizado en el pozo Airón de la Alcazaba.  | ÁLEX ZEA

Cangilón árabe de una noria, localizado en el pozo Airón de la Alcazaba. | ÁLEX ZEA / ALFONSO VÁZQUEZ. MÁLAGA

Para los bomberos es también una ocasión excelente para hacer prácticas de equipo en un lugar tan arriesgado.

Tras un rato de espera, la arqueóloga asoma de nuevo a la superficie y cuenta su experiencia: «Es un sitio fantástico, el pozo fue excavado en la roca y para hacerlo iban bajando a medida que iban haciendo escalones».

En el suelo del pozo aguardaba, tras las primeras mediciones, un piso de 1,5 a 2 metros de escombros. Entre ellos, los objetos que se asocian a un pozo turístico: ocho monedas de un euro, varias gafas de curiosos poco precavidos, plásticos... y hasta vigas.

Descenso a los pozos más desconocidos

Foto de grupo en el pozo de Gibralfaro. / Alejandro Santana

¿Alguna conexión entre este pozo y la Alcazaba?, «no tiene sentido bajar a un personaje importante 40 metros para sacarlo de la ciudad, conducciones de agua puede ser», concluye la experta. Queda, eso sí, por examinar y despejar esos cerca de dos metros de escombros.

De 37 metros de profundidad, un cuello más estrecho y hecho de ladrillo es el pozo Airón de la Alcazaba, en una zona no abierta al público, hasta el punto de que ni siquiera está vallado como el anterior.

Se repite la misma operación: los bomberos realizan sus prácticas y la arqueóloga sube con un cangilón árabe de barro localizado en uno de los huecos del pozo (el cangilón es el recipiente con el que se extraía agua con la ayuda de una noria). Por desgracia, también hay unos seis metros de restos de poda, arrojados por algún jardinero ‘despistado’. ¿Y el pasadizo al Guadalmedina? «Creo que no, pero no se sabe aún porque hay mucha basura», destaca.

Los bomberos, encantados con la experiencia, se ofrecen para volver y extraer todo lo acumulado en estos históricos pozos.