Tribunales

Suspenden la pena de prisión al conductor que mató a un ciclista en Estepona y se dio a la fuga

La sentencia suprime los cuatro años de cárcel bajo varias condiciones al condenado, que conducía bajo intoxicación etílica

La dueña del coche y otro hombre, sentenciados a un año por encubrimiento

Traslado del vehículo tras ser localizado por los investigadores.

Traslado del vehículo tras ser localizado por los investigadores. / L. O.

El conductor que arrolló mortalmente al deportista Mario Zumaquero en Estepona ha sido condenado a cuatro años de prisión, dos como autor de un delito de homicidio imprudente y otros tantos por abandonar del lugar del accidente. Aunque la Fiscalía llegó a pedir ocho años (cuatro por cada delito), el tribunal, con la concurrencia de la atenuante de reparación del daño, ha acordado finalmente la suspensión de la pena privativa de libertad bajo varias condiciones: que el penado no delinca en el plazo de cinco años; que cumpla tres meses de trabajos en beneficio de la comunidad; que participe en un programa de reeducación y sensibilización vial; y abonar en el plazo de dos meses a un familiar de la víctima los 30.000 euros que se han establecido en concepto de responsabilidad civil. La resolución también le prohíbe conducir vehículos a motor durante cuatro años. La mujer que lo acompañaba ese día, propietaria del coche, ha sido condenada a un año de prisión por encubrimiento, la misma pena que se ha asignado al tercer procesado con el que acordaron ocultar el accidente. En ambos casos, por los que el fiscal llegó a solicitar en su día tres años a cada uno, la ejecución de las penas también se suspende bajo la condición de no delinquir durante dos años. La sentencia es firme.

¿Cómo fue el atropello?

Zumaquero, muy conocido y querido en el ámbito deportivo de Marbella, murió la madrugada del 5 de julio de 2020 mientras practicaba ciclismo. Según los hechos probados en la resolución, el accidente se produjo sobre las 6.40 horas, cuando el principal investigado conducía «bajo un estado de intoxicación etílica contraída con anterioridad» por la A-7 acompañado de la propietaria del vehículo. A la altura del kilómetro 167,685, circulando a una velocidad de entre 100 y 105 kilómetros por hora en un tramo limitado a 80, perdió el control del coche y arrolló al ciclista, que falleció en el acto. Sin detener la marcha en ningún momento, el acusado circuló unos 90 metros con el cadáver sobre el capó hasta que finalmente cayó a la calzada, mientras que con la bici empotrada en el parachoques recorrió unos 2,85 kilómetros. Ya fuera de la A-7, se detuvo en la calle Lago de Cancelada para desenganchar y abandonar la bicicleta y continuó la marcha hasta la urbanización en la que se alojaba. Allí ocultó el vehículo en una plaza del garaje situada junto a la pared para dificultar que los daños fueran apreciables a simple vista y subieron a la vivienda en la que se alojaban el hermano del conductor y el tercer procesado. Los cuatro acordaron no avisar a la policía y, para convencerla, los hombres prometieron a la dueña del coche que lo repararían en un par de días y que le cambiarían el color si fuera necesario, indica la sentencia.

Investigación

Sobre las 12.45 de ese mismo día, la propietaria del vehículo y otra mujer no identificada fueron trasladadas por el hermano del acusado hasta las inmediaciones de un hotel situado en el Camino de Brijan, donde le insistió en que no contara lo sucedido. La sentencia indica que ella no se presentó en dependencias de la Guardia Civil hasta las 20:30 horas de ese día, una vez que había sido identificada como propietaria del vehículo implicado en el accidente y requerida por los investigadores.

El principal acusado, que entonces tenía 26 años, se marchó a Países Bajos al día siguiente, regresando voluntariamente y compareciendo en dependencias policiales el 10 de julio tras haber sido identificado y localizado por los investigadores. Por su parte, el tercer procesado, junto al resto del grupo, contribuyó a la ocultación del vehículo, acordando la reparación y el pintado del mismo para evitar que fuera identificado.