Su textura es inconfundible, su sabor único y ahora su caducidad aún mayor, manteniendo intactas su frescura y cualidades. El panecillo que da nombre y popularidad a Antequera, el mollete, evoluciona con el paso del tiempo, a pesar de soportar más de setenta años de antigüedad sobre su masa esponjosa elaborada a base de harina.

Un pionero sistema de envasado que permite reemplazar el oxígeno que se acumula en el envoltorio por una mezcla de gases inertes ha permitido al departamento de investigación del Grupo Mollete San Roque pasar de tres días de caducidad a 21, con el reto de ampliar el margen hasta un mes.

"Lo que diferencia este método de conservación del congelado es la posibilidad de mantener inalteradas las propiedades del mollete, que llega fresco y con todo su sabor a las tres semanas", resaltó el gerente del grupo antequerano, Juan Paradas, en pleno proceso de renovación empresarial. Y es que en 2009, el responsable de las dos líneas de producción de San Roque -molletes y piquitos- levantará unas nuevas instalaciones en el Parque Empresarial Negocity, con capacidad para acoger una producción anual de más de 300 millones de unidades de molletes.

La empresa ha invertido más de 800.000 euros en renovar su maquinaria para adaptarse a los nuevos procesos de elaboración, a lo que se sumarán los seis millones destinados a la construcción de la fábrica. "Estamos sumergidos en un proceso de cambios. Buena muestra de ello es nuestra nueva página web, www.mollete.com, totalmente mejorada y con una media de visitas mensuales que supera las 700", dijo Paradas. De ellas, más de la mitad se convierten en pedidos. Difícil resistirse al sabor más artesanal. A través de la web, el grupo lanza una propuesta: conocer hasta 500 formas diferentes de elaborar este panecillo. Dicen que en la variedad está el gusto. Aunque pocos llegan a alcanzar el sabor del mollete antequerano.