Durante más de cuatro décadas quedó siempre en un segundo plano, consciente de que la historia no le había reservado la primera fila entre los protagonistas del descubrimiento de la Cueva de Nerja. Sin embargo, de no ser por el interés que puso en tomar la primera instantánea de la cavidad, el gran hallazgo de cinco jóvenes mareños podría haber quedado en el anonimato bastante más tiempo.

Más de tres meses transcurrieron no obstante desde que se produjo el descubrimiento hasta que una de las imágenes capturadas por José Padial dio la vuelta al planeta. Este fotógrafo nerjeño accedió por primera vez con su cámara hasta las entrañas de la gruta el 19 de abril de 1959: "Lo que pudimos ver aquí dentro era impresionante. Íbamos con linternas y no dejábamos de decirnos: ¡Apunta hacia allí!, ¡Mira esto!".

A sus 75 años de edad, este singular aventurero, que no dudó en poner en peligro el material que le servía de medio de vida, rememora con nostalgia aquellos tiempos y la posibilidad de haber sido, como muchos esperaban, el concesionario del servicio de las fotografías turísticas que se toman a los visitantes. En cualquier caso, este próximo domingo 19 de abril quedará en parte solventada esa deuda moral con la inauguración, por parte del Ayuntamiento nerjeño, de una estatua en homenaje a su inolvidable participación en el hallazgo.

Las instantáneas de Padial, que requirieron una labor de montaje importante, de forma que quedara reflejada la inmensidad de las salas principales de la Cueva, aparecieron publicadas en la prensa provincial tres días después de que fuesen tomadas, el 22 de abril, y en los medios internacionales justo al día siguiente. "La cámara, que todavía la conservo en perfecto estado, fue la primera que tuve tras establecerme por cuenta propia. Es de marca alemana, Paxette, y se la compré a un agricultor que se la encontró junto a sus tierras, en la carretera".

Apenas le costó junto al primer carrete 400 pesetas de entonces, el precio que le puso ese campesino amigo. "Tuvo que ser de unos turistas que bajarían a hacerse una foto y la dejaron sobre el coche", relata Padial. Ni mucho menos se iba a imaginar que con esta máquina y un flash que adquirió en Granada por 3.500 pesetas "haría la luz" dentro de la Cueva, hasta el punto de cambiar el futuro turístico y económico de su Nerja natal, hasta entonces muy atada a la agricultura y la pesca.

Para Padial, que ahora se le dedique una estatua o monumento a las puertas de la Cueva, le va a colmar de satisfacción: "Después de cincuenta años, que aparezcas ahí y que tu nombre quede siempre unido a uno de los lugares más visitados del país es algo que no se puede expresar. Imagínate lo que es que ya siempre te puedan recordar las futuras generaciones". Como inolvidables son también los cinco descubridores: los hermanos Miguel y Manuel Muñoz, el ya fallecido José Luis Barbero, Francisco Navas y José Torres.