Según la última estadística, en el mundo existen 42.500 personas con el apellido Jiménez. Sin embargo, son muy pocas las que un siglo después del comienzo de la saga consiguen reunirse al completo. Ayer más de un centenar de miembros de la estirpe iniciada por Adolfo Giménez y Emilia Roldán, hace más de cien años, todos ellos Giménez o Jiménez, se citaron en el hotel Polinesia de Benalmádena para rendir homenaje a un apellido que, en ocasiones, mudó de letra en el registro de nacimiento.

El árbol genealógico tiene pocos misterios y todavía hoy se puede rastrear sin dificultad. Casi siempre con Adolfo y Emilia como centro. El matrimonio tuvo seis hijos, éstos veintitrés, que, a su vez engendraron más de medio centenar de pequeños Jiménez. Todos con el mismo apellido y una tradición. Los hijos, Adolfo, Vicente, Agustín, José y Emilia, se comprometieron a engendrar, al menos, un varón con el nombre del fundador de la saga, Adolfo.

La cita de ayer fue un acontecimiento. Los Jiménez, o Giménez, llevaban años sin congregarse en una misma sala. El motivo de la multitudinaria reunión fue el primer centenario del matrimonio de los abuelos, que ya no están. Más de cien personas con algo más que un pasado en común, también un apellido, una manera de estar en el mundo. Desde el más mayor, Agustín Jiménez, de 93 años, hasta el más joven, que apenas cuenta con unas semanas. Las diferencias entre la la ´g´ y la ´j´ no generan rivalidad, sino todo lo contrario.

Rafael Jiménez, de 60 años, nieto de Adolfo Giménez, y gerente del Club de Baloncesto Unicaja de Málaga, relataba ayer cómo generación tras generación se ha conservado el apellido y cómo en todas las familias hubo un Adolfo. Rafael señaló que tienen primos por toda España que lucen el apellido con orgullo y que la saga llega hasta el norte de Europa. "Allá en una isla de Estocolmo tengo primos que son Jiménez y en tierras de Inglaterra un sobrino lleva el apellido hasta la patria anglosajona y hoy están aquí unidos al clan para celebrar el centenario del casamiento de nuestros abuelos", declaró emocionado.

Además, Rafael detalló que algunos de los miembros de la saga optaron por cambiarse el apellido original, que se firmaba con G. Es el caso de los tíos Adolfo y José. "Adolfo era médico y José fue director del Banco de España en Tarragona", explicó Rafael.

Pero el clan de los G-Jiménez por tener, tienen hasta unas sevillanas que cantan algo así como que para conocer la feria de abril de Sevilla "hay que ir con un Jiménez". Sobre todo, con alguno de aquellos cuya cuna fue Málaga pero que se establecieron un tiempo en Sevilla, donde aún permanecen muchas generaciones.

El clan G-J, como así se llaman, celebraba así ayer un precioso recuerdo a sus abuelos en el cual todos los Jiménez exhibieron camisetas moradas y sus parejas verdes, todo un homenaje a las tierras malagueñas que vieron crecer al apellido Jiménez, presente en la actualidad en numerosos puntos del planeta.

Un día feliz y lleno de recuerdos en los que los dos hijos de Adolfo Giménez, que aún viven, Agustín y Emilia, consiguieron reunir a primos, hijos, nietos y biznietos, con un único fin, disfrutar de la compañía familiar y rendir tributo al apellido G-Jiménez, el que fundaron Emilia y Adolfo, hace ya más de un siglo en Málaga. La estirpe promete continuidad. Quién sabe qué depararán los nuevos tiempos.