Pide ayuda para poner fin a «una pesadilla». La historia de Ramón Becerra conmocionó a buena parte de la provincia hace escasos diez días. Este rondeño de 41 años de edad, casado y padre de dos hijos, estuvo a punto de acabar con su vida, víctima de su desesperada situación económica y de las deudas contraídas con una entidad bancaria y que, según sus palabras, le llevarán a perder su hogar y la vivienda de su suegra, que figura como avalista.

Una tragedia que no se consumó gracias a la rápida actuación de su hijo y de varios vecinos, que lo encontraron colgado de un árbol en la barriada del Olivar de las Monjas, afortunadamente a tiempo.

Esa mañana Ramón había firmado un documento en el que solicitaba la dación en pago. Sus familiares afirman que llegó a casa abatido y, tras realizar varias llamadas telefónicas, adoptó la drástica decisión.

Después de recibir atención médica en el Hospital Comarcal de la Serranía y ser derivado a la Unidad de Salud Mental del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria de Málaga, regresó a casa, donde intenta levantarse con el apoyo de sus seres queridos.

Ramón y su esposa Isa abrieron las puertas del que todavía es su hogar a La Opinión de Málaga para pedir «ayuda a las administraciones y así acabar con este calvario».

El hombre usa un collarín, tras el que oculta las heridas que sufrió en su cuello. «Estoy mal. Veo cómo todo empeora y, aunque buscas ayuda, todas las puertas se cierran. Es como si a nadie le importara nuestro caso».

Por ello, solicitó «una respuesta urgente, pero sobre todo que nos escuchen». Para Ramón, «llega un momento en el que ya no tienes salida por ningún sitio». Por eso estuvo a punto de dar al traste con todo, aunque ahora dice sentirse arropado por su familia y amigos.

En la misma línea se expresó su esposa que, entre lágrimas, expresó su deseo de abrir los ojos y despertarse «con una vida diferente. Sobre todo por nuestros hijos, que también están padeciendo este problema y sólo nos dicen que nos vayamos de aquí».

La deuda de esta familia con Unicaja asciende a «unos 3.700 euros, el equivalente a siete mensualidades. No parece tanto, pero para nosotros es inabordable». Y es que ambos se encuentran actualmente en paro «y si haces algún chapucillo y sacas 20 euros, no se lo vas a dar al banco. Es para comer», matizó Ramón.

En los últimos meses se han dirigido a la Concejalía de Bienestar Social, a Cruz Roja, a las Hermanitas de los Pobres o a Cáritas Interparroquial. «Hemos recibido comida y también nos han pagado algún recibo de la luz, pero no es suficiente», puntualizaron.