Antikaria no formaba parte de la cuenca del Guadalquivir, donde se encontraban los principales alfares de ánforas para la exportación de aceite a todo el Imperio Romano, especialmente a Roma. A pesar de ello, el aceite que emanaba de sus almazaras suponía una importante fuente de alimentación para todo el Imperio.

En sus tierras se concentraba el mayor número de almazaras de la Bética, que producían oro líquido de uso alimentario para más de 20.000 personas.

En la actual comarca de Antequera se han registrado, tras los estudios arqueológicos realizados hasta la fecha, más de medio centenar de almazaras romanas, de las que treinta y seis se localizan concretamente en el término municipal de Antikaria.

Grandes extensiones de olivar dominaban el paisaje de Antequera en época Romana, con una extensión mínima de cultivo de 13.350 hectáreas, que rondaban una producción mínima anual de 1.900 toneladas.

No obstante, la superficie prospectada con metodología arqueológica no abarca ni el 25 por ciento del total de su territorio, por lo que estos cálculos de producción podrían multiplicarse como mínimo por tres.

Así lo detalla un estudio elaborado por el arqueólogo municipal del Ayuntamiento de Antequera, Manuel Romero, cuyas conclusiones han sido presentadas en el seminario «La producción de aceite y de ánforas oleícolas en la cuenca del Guadalquivir en época romana», celebrado en la madrileña Casa de Velázquez.

«Teniendo en cuenta que el consumo medio anual de un habitante del Imperio Romano era de unos 20 litros de aceite, en la vega antequerana se producía aceite para más de 20.000 personas», apostilla Romero. Así, los olivos cultivados en tierras de Antikaria producían una aceituna de una tipología morfológicamente idéntica a la variedad conocida actualmente como ´hojiblanca´, según se desprende de diversos análisis realizados en huesos de aceitunas procedentes de las villas romanas.

Incluso se baraja en el estudio la posibilidad de que esta variedad sea el resultado de un proceso de aclimatación durante 2.000 años de esta variedad de aceituna que se producía en la época romana. Una aceituna hojiblanca que salía de las almazaras béticas al mercado local, además de exportarse.

En este sentido, la situación geográfica de Antikaria respecto al puerto malacitano facilitaba un rápido y económico transporte del aceite en odres de cuero. Al mismo tiempo que la localización en la bahía malagueña de hornos para la producción de ánforas destinadas a la comercialización del aceite, que «puede estar relacionada con la actividad oleícola del interior», según indica en el estudio el arqueólogo municipal.

Asimismo, la excelente comunicación de Antequera con el río Genil, a tan solo 20 kilómetros de distancia del casco urbano, representaba también una cómoda vía de salida para los excedentes.

Los tratados de agronomía de la Antigüedad, las villas aceiteras, las dimensiones de las salas de prensado o las medidas de los contrapesos han pasado por las manos de la Oficina Arqueológica para desgranar cada resquicio del pasado oleícola de Antikaria.