La Navidad tiene de especial la capacidad de reencontrarse con la familia, con aquellos seres a los que queremos pero a los que no se lo decimos a lo largo de todo el año.

En Alpandeire, la Navidad tiene un aliciente especial, desde hace dos años, gracias al trabajo de Dionisio Duarte y de su hija Sara. Herrero de profesión en Torremolinos, Dionisio se encargaba de poner el Belén en casa con la ayuda de su hija Sara. «A mi hermana no le llamaba la atención pero mi padre siempre me pedía que le echara una mano y yo siempre le ayudaba».

El buen hacer de Dionisio le llevó a ganar en cuatro ocasiones consecutivas el concurso de belenes de Torremolinos, hasta que decidieron vetarle en el certamen y a su mujer le diagnosticaron una enfermedad mental: entonces perdió la ilusión por construir belenes. «Decía que para qué los iba a montar si ya no podía disfrutar de ellos», cuenta Sara.

Sin embargo, hace dos años, durante una visita a la casa de su hija en Alpandeire, Dionisio descubrió que Sara había heredado sus habilidades para construir belenes. «Le encantó todo lo que había montado así que le convencí para que armáramos juntos un Belén en la iglesia de San Antonio de Padua».

Este es el segundo año que padre e hija han montado el Belén de la Catedral de la Serranía. Juntos, se han encerrado mañana, tarde y noche, todos los fines de semana, del 24 de octubre al 6 de diciembre.

El Belén de Alpandeire reúne decenas de figuritas que representan todas las escenas de la Natividad, desde el nacimiento hasta la adoración de los Reyes Magos, pasando por la matanza de los santos inocentes. «Para el año que viene ya tenemos preparado el sueño de San José, en que un ángel se le aparece para anunciarle que María dará a luz un niño -explica Sara- porque no se trata de poner más o menos figuritas sino de respetar el sentido de la Navidad».

Para elaborar el Belén, padre e hija han utilizado todo tipo de materiales reciclados, desde tablas y muñecas hasta trozos de corcho y ramas de encina, olivo, romero, tomillo, musgo e incluso césped.

«Lo más difícil es el agua porque hay que tener mucho cuidado. Este año tuvimos que desmontar buena parte del Belén después de tres semanas de trabajo porque tuvimos una fuga», cuenta Sara. Arreglado el problema, el agua fluye a través de un circuito cerrado gracias a dos bombas de agua de una lavadora. El resultado es un río y un lago con peces vivos, una cascada y un huerto regado con agua de una fuente.

Entre las novedades de este año figuran un cerdo que da vueltas mientras es asado por un pastor y un hombre que golpea con una escoba la cabeza de un ratón que asoma por el agujero de una cocina. «Compramos las figuras rígidas y les instalamos pequeños motores para darles movimiento», cuenta Sara orgullosa porque ha conseguido que, pese a su enfermedad, su madre se animara cosiendo algunas muñecas para el Belén. Salud y trabajo es lo que le pide al nuevo año esta joven auxiliar de enfermería que lleva cinco meses en paro, artífice junto a su padre del Belén de Alpandeire -que se puede visitar hasta el día de Reyes- una oportunidad para unir una vez más a la familia.

@Alexgonsan