Se suele llamar gremialismo, para distinguirlo del verdadero sindicalismo, a la práctica de grupos con ventajas a los que no les importa nada lo que le ocurra al conjunto de los trabajadores, sino sólo lo que les ocurra a ellos. Por ignorancia, bastante gente suele pensar que todo el que defiende los que cree sus derechos tiene razón, y que cualquier huelga es legítima. Una característica del gremialismo es que no mide. El verdadero sindicalismo da siempre pasos medidos, y va a la huelga sólo en situaciones extremas, para no agotarse ellos, y también para no agotar la paciencia de los que la sufren. A los controladores aéreos les hubiera venido bien que les asesorase un sindicalista, o sea, alguien que tuviera detrás, como patrimonio heredado, la experiencia adquirida a lo largo de la historia por quienes han tenido que luchar por lo más elemental. Pero el que tiene mucho ya no mide.