Se quiere convertir la dimisión de Luis Pizarro del gobierno de Griñán como el signo más manifiesto de que el PSOE andaluz ha saltado en añicos y que se encuentra a pocos pasos de resquebrajarse y haber entrado en una guerra abierta que puede llevarle a hundirse. Esta son las tesis que sostiene el Partido Popular y los medios informativos afines que no dudarán en seguir hurgando en la herida hasta generar un estado de opinión que les impulse, una y mil veces, a pedir elecciones generales. La caverna mediática va más lejos: hay que laminar al PSOE como sea; vale todo, hasta las mentiras más procaces. Nunca el cambio de una consejería ha dado para tanto.

Hay, también, quien opina que la crisis abierta en el Gobierno Griñán pasará factura a los socialistas en las próximas elecciones. Es posible. Hay errores que terminan por alejar de las urnas a los otrora votantes socialistas. Ganarse a los indecisos o a quienes claramente han dicho que se alejan del voto progresista empieza a ser una labor ardua, aunque no imposible. Griñán ha dado un puñetazo sobre la mesa socialista y en estos momentos no se sabe si este golpe de autoridad le servirá para cambiar la tendencia donde la derecha, por el contrario, mantiene un voto fiel y disciplinado como nunca se había conocido en España y en Andalucía. El voto que parece llevar en volandas a Arenas hasta el palacio de San Telmo y a Rajoy hasta la Moncloa viene a demostrar, una vez más, que el votante de derechas no hace ascos a la corrupción y a las crisis cuando se producen en el seno del Partido Popular, mientras que el votante de izquierdas huye de las urnas si es el PSOE. Las manifiestas y profundas crisis que hubo en la comunidad madrileña a raiz del caso Gürtel, con ceses y dimisiones de consejeros y alcaldes, la fuga de Francisco Cascos, que fuera nada más y nada menos que secretario general del PP en tiempos de Aznar, el enriquecimiento ilícito del expresidente de la Comunidad Balear, Jaume Matas, el estercolero que es la Comunitat Valenciana con Francisco Camps a la cabeza no parece que vaya a restar votos al PP, sino todo lo contrario. La crisis abierta en Andalucía con Pizarro fuera del Gobierno y con los «eres» en estado de levitación gracias a una jueza que no quiere soltar a su presa sea cual sea la forma de atenazar sí puede llevar a que el votante de izquierdas le sea más cómodo buscar un «domingo» al sol. Entonces habrá que celebrar, sorbiendo una cañita, las estulticias de Soraya Saenz de Santamaría, del impúdico Ernesto González Pons, de la avinagrada Esperanza Oña o de la apasionada Rosario Soto. Arenas, Sanz y Valderas están a lo suyo; es decir, erre que erre en pedir elecciones anticipadas.

A Manuel Chaves, al que culpan de todos los males en Andalucía y de estar detrás de la estampida de Luis Pizarro, no le valdrá declarar que Griñán cuenta con todo su apoyo como tampoco le servirá defenderse de las deleznables acusaciones de Soraya Saenz de Santamaría de que su hijo ha hecho de mediador en operaciones con la Junta. Chaves le ha dicho que vaya a los tribunales.

PD.- (1) Emelina Fernández, sensata profesora universitaria y política de largo recorrido por su apasionante travesía en procelosas o serenas aguas socialistas, hizo, una vez más, profesión de fe en la libertad y en la necesidad de un periodismo objetivo y veraz. Por ello va a luchar desde la presidencia del Consejo Audiovisual. Suerte en el empeño.

(2) Teresa Porras, la plañidera alegre, sigue de acompañante de Francisco de la Torre para el Ayuntamiento malagueño. Nadie, ni nada la dejó en la cuneta. De la Torre necesita a su lado una marujona, sostenible, claro.