Cada vez que pasaba por la calle Echegaray veía un pequeño local con nombre curioso, un gastrobar de cuidado diseño. Y no dejaba de oír por todos lados el nombre Miss Noruega como si de una sociedad secreta se tratase en frases como «está guay el sitio», «es súper innovador», «me encantó la exposición que vi allí» o «ahí me comí las mejores tostás». Así que una tarde me animé a entrar y descubrí cómo un establecimiento de muy reducido espacio puede convertirse en refugio gastronómico gracias a la imaginación. Pero, ¿cómo se fragua algo así?

Una vez más, la crisis fue el detonante de todo. El madrileño Javier Casaubón, ligado durante muchos años al sector de la construcción, se vio obligado a reinventarse con la recesión y sumó fuerzas con su amigo José Kipfer, de Alhaurín el Grande, que llevaba tres años desintoxicándose del mundo de la restauración, que había sido toda su vida durante dos décadas. «El proyecto de Javi me pareció interesante: no tenía nada que ver con mesas bajas y manteles; era algo más divertido. Además, era algo pequeño, más manejable que lo que yo tenía antes, así que me animé a volver a la restauración», nos cuenta José.

Pero las ganas de crear una carta innovadora y singular no son sólo la clave de Miss Noruega. Parte fundamental de su apuesta es el interés por el arte: el local cede sus muros cada mes para que los artistas emergentes puedan exponer su obra y sus servicios siempre cuentan con instalaciones artísticas, la mayor parte creadas por los propios Kipfer y Casaubón –aunque también las ha habido de creadores invitados–. De alguna forma, hablamos también de una pequeña galería, una idea que surgió de forma natural. «Teníamos muchos amigos artistas que se quejaban de que no había muchas galerías en Málaga, de que las que hay son muy cerradas, de que no había donde exponer... Cedimos nuestro espacio a los amigos y poco a poco se fue corriendo la voz, por lo que ahora muchos creadores se acercan para ofrecernos un proyecto», explican. Pero, ¿qué requisitos ha de cumplir el artista para exponer en Miss Noruega? «Ya que ésta es nuestra casa, lo único que pedimos es que nos guste su arte». Así promocionan a los nuevos talentos y logran otro objetivo: «Los creadores nos visten las paredes y cambiamos el vestuario todos los meses. Nos da el dinamismo que buscábamos», argumenta Javier.

Falta otro ingrediente que describe el sabor preciso de esta aventura gastronómico-artística: «El buen ambiente es uno de los tres factores, aparte de la comida y el servicio, clave para un negocio como éste». Por eso se enorgullecen de que para muchos Miss Noruega sea una especie de «club social donde vienen los amigos y se encuentran con otros amigos»: «A todos nos gusta cierto protagonismo, y nosotros se lo damos a nuestros clientes, nos interesamos por sus gustos...». Y al final ellos corren la voz y se amplía la cartera de clientes-amigos. Por supuesto, la voz ya ha llegado lejos: por ejemplo, Ryanair ha escogido el establecimiento en su lista de locales curiosos y singulares de Málaga que bien merecen una visita.

Pero no todo es idílico, y Javier y José lo saben: «En Málaga no es difícil hacer negocio, pero sí que falta en la ciudad una mente más abierta, probar cosas nuevas... Muchas veces los clientes no aceptan los conceptos nuevos en la comida, son demasiado clásicos... Sobra catetismo, cuesta introducir novedades».

Casaubón y Kipfer se definen como unos hosteleros «un poco locos». «Si montas un negocio, primero tienes que asumir que eres un loco. Después, tienes que saber que has de cambiar siempre, ser creativo; nunca abras un local y que lo que ofrezcas el primer día sea lo mismo un año después; también debes mirar las otras propuestas de la ciudad para ser diferente...».

Hablando de la ciudad... José: «A mí me gusta Málaga. Cada vez que me levanto doy gracias por haber llegado aquí. Yo venía de Londres, y antes he estado en otras ciudades, pero me gusta Málaga, la gente, los locales, la diversidad...». Peeero: «Me gustaría que hubiera más libertad, que las instituciones no nos acorralaran tanto cuando intentamos crear y dar servicios a la gente. Los hosteleros y los artistas queremos expresarnos y aquí falta un poco de cultura de calle». Javier agrega: «Yo vengo de Madrid y lo que más echo de menos es el teatro alternativo, ese teatro donde sentados en sillas plegables vemos a cuatro o cinco chavales a los que se les ocurre una idea y la expresan; aquí si alguien quiere hacer cosas alternativas, más pequeñas, no grandes producciones, se les hace el camino muy difícil». Sin embargo, los responsables de Miss Noruega son bastante optimistas respecto a la cultura malagueña: «Cada vez hay más jóvenes creativos; vamos a más, sin duda». Ellos contribuyen a ello y no van a dejar de hacerlo. Por cierto, si se preguntan por qué eligieron el nombre de Miss Noruega para su local, debo reconocer que sólo logré saber su origen una vez apagada la grabadora. Así que tendrán que ser ustedes mismos los que lo averigüen.