Mi vida es un erial (Por José Góngora)

Iniciaba el poeta Bécquer uno de sus poemas con la siguiente frase: Mi vida es un erial. Málaga, podría decirse a si misma, mi vida es un erial. Aunque es evidente los avances en los últimos años en la ciudad, aún esperan el sueño de los justos obras tan emblemáticas como son la recuperación de los conventos de la Trinidad y el de San Andrés. Cada dos por tres se anuncian planes y proyectos para ellos, pero por estos recintos solo pasa el tiempo y no los obreros para su arreglo. El gran burgueño Comandante Benitez dio nombre a uno de los espacios más discutidos en Málaga. Uno por el otro y el parque sin hacer, grandes propuestas, museos, lagos y caminos para lo que solo necesita que sea acondicionado dignamente, que caigan sus vallas y se siembren árboles, no se necesita nada más.¿Y qué decir de las vías soterradas del tren y los terrenos que los circundan? Los terrenos de Repsol que en su día fueron públicos esperan ahora que vuelvan nuevas burbujas inmobiliarias para hacer florecer torres de pisos, no estaría mal que volvieran a lo que fueron, huertas y tierras verdes y no un erial que es ahora.En fin, mal cito al poeta: «Mi vida es un erial, flor que toco se deshoja, de mi camino fatal, parece que alguien va sembrando el mal para que yo lo recoja.»

Antigüedad o veteranía (Por Francisco Navarro Gómez)

Antes de nada quería decir que los veteranos no solo son personas con canas, sino que han tenido un gran recorrido profesional. Como en todas las profesiones hay cosas positivas que te alegran el día a día y cosas no tan positivas que te hacen reflexionar sobre la vida, y entre todas las cosas que me han hecho reflexionar sobre mi vida, están estas que han marcado parte de mi vida profesional:

- Me he roto huesos en los servicios.

- Me he quemado en servicios, como en la muerte de la señora de la feria.

-He sido ingresado en el hospital, y he estado en observación a causa del esfuerzo, de las calorías y el humo.

- Me han tenido que hacer analíticas, semanales mensuales y semestrales.

Para descartar hepatitis c, sida, u otros enfermedades, a causas de servicios.

- He entrado a fuegos y actuado no estando en servicio.

- He tenido accidentes con nuestros propios camiones. Dañando a otros.

- He tenido fuego en el monte durante la noche, donde el camión se ha volcado, y hemos creído que algunos de nosotros había quedado atrapados debajo del camión.

- Me he desorientado, y vuelto a orientar, en fuegos donde pensaba que quizás de ese lugar no saldría con vida.

- He tenido fuegos de grandes superficies, fuego de monte y naves. Donde hemos trabajado durante todo el día y la noche.

- Una vez, en un piso ardiendo casi me caigo de un octavo, al saltar de balcón a balcón. Aún estando asegurado.

- En una ocasión saneando una cornisa de una vivienda, el viento casi me tira al asfalto.

- Un suicida hizo el intento de tirarme desde un quinto piso.

Malas noches, malos días. Muchas penurias. Pero también muchas alegrías. Estoy contento de ser antiguo y veterano. Y pienso que soy un afortunado de la vida.

Estas experiencias no son ni las máximas ni las mínimas, sino algunas, pero que en ningún caso, ni siquiera es un reflejo de las experiencias que han podido tener algunos de mis compañeros, algunos aún están en salida y otros no, a quienes les dedico estas palabras con todo mi respeto, admiración y agradecimiento.

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