Harta de indignarme, resignarme o deprimirme cada día con lo que cuentan las noticias, esta semana he podido disfrutar del placer de emocionarme. Una sensación casi olvidada entre tanta desgracia económica y la sarta de mentiras o falsas verdades con las que intentan consolarnos quienes tendrían que remediar esto. Aunque es cierto que tras el talante optimista de Zapatero (que le llevaba a ver brotes verdes mientras la tierra seguía yerma) ahora estamos en la era de las duras verdades de Rajoy. Verdades que se agradecen más que las mentiras, pero que duelen también más, sobre todo cuando se contradicen respecto a lo dicho en campaña… Hecho este paréntesis, vuelvo a mi emoción de esta semana antes de que se evapore y regrese la indignación.

La primera buena nueva se llama Estrella y ya es famosa pese a tener sólo unos días de vida. No se trata de una «hija de», como muchos de los que rellenan las páginas rosas. Estrella es importante por ser «hermana de» Antonio, un niño de cinco años que podrá combatir la grave enfermedad que padece gracias a las células del cordón umbilical del nuevo bebé. Su madre y ella iluminaron el martes la portada de este periódico, transmitiendo un verdadero mensaje de esperanza, valentía y coraje. No debe ser fácil asumir que un hijo sufre una enfermedad casi incurable y afrontar el complicado proceso hasta lograr esa nueva vida que podrá salvar a su hermano. En un segundo plano, los médicos del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla artífices de este nuevo éxito de la sanidad pública. Profesionales que están a la cabeza en las técnicas de genética y reproducción asistida que han permitido el milagro. Una carrera que sin embargo puede verse frenada por los recortes que la investigación está sufriendo.

Esta misma semana, médicos de toda España alzaban su voz para denunciar la disminución del presupuesto para salud y advertir de que no se trata de que ellos cobren más o menos, sino de que la consecuencia es el empeoramiento de la calidad de la asistencia. Una indeseable situación que también podría afectar a mis segundos protagonistas preferidos de la semana. También ellos, Federico, Rosa y Lucía, se ganaron un espacio de honor en la portada, en este caso el miércoles. Su historia es un ejemplo de la lucha contra el cáncer infantil que libran otras muchas familias con su valentía personal y los avances de la medicina como únicas armas. Que Lucía deje cuanto antes la cama del hospital y vuelva al colegio como sueña ahora debería ser prioritario no sólo para sus padres y sus médicos. También para quienes manejan ya con soltura la tijera pese a llevar menos de tres meses en el poder. A los vecinos de Lucía no les ha frenado la crisis y le han regalado un iPad para hacer más llevadero su ingreso. Ni ella ni sus padres esperarían este regalo, pero seguro que sí confían en que los que gobiernan ordenen sus prioridades con la misma lógica que lo hacen ellos.

Por desgracia son más habituales los casos contrarios. Decisiones en las que el sentido común parece haber desaparecido. Un buen ejemplo es la situación de varios miles de trabajadores discapacitados andaluces, al borde de perder su empleo por culpa de los impagos de la Junta, algo difícil de entender. Sobre todo, no cuadra con la explicación aportada por la delegada provincial de Empleo en Málaga, Susana Radío, que asegura que el pago de la deuda «es una prioridad». Está claro que el concepto de prioridad no significa lo mismo para la Junta que para quienes llevan más de un año sin cobrar.