Tiene la Arquitectura una doble condición humanista y técnica que la convierte en puente entre las artes y la ciencia, y como afirma Deyan Sudjik en sus escritos sobre Arquitectura y Poder, es una poderosa herramienta que determina el mundo en el que vivimos con una contundencia visual y vivencial de la que carecen otras disciplinas u otras artes. Los hitos arquitectónicos o las operaciones promotoras de gran superficie siempre han estado vinculadas al poder económico, en manos públicas y privadas. Lo que significa que cuando este poder económico languidece su efecto sobre la profesión es inmediato, y cuando casi desaparece obliga a un optimismo de equilibrista. Con todo, la evidente reducción de la actividad está aunando cuidados y esfuerzos de promotores, constructores y profesionales del gremio a la búsqueda de lo posible.

Frank Gehry, arquitecto del archiconocido Museo Gugenheim de Bilbao, criticó once upon a time (antes del impacto de su inauguración), que los arquitectos participantes en un curso de Proyectos en Harvard imitasen su arquitectura y la singularidad de sus formas. De hecho, sorprendió a todos aleccionando sobre la disciplina y las reglas arquitectónicas, describiendo su trabajo como una personalísima y sopesada expedición al mundo del Arte, que consideraba más valorado social y políticamente que el mundo de la Arquitectura, y entonces hablaba de Picasso. Siempre interpreté su discurso como un elogio de lo posible, como una defensa de la calidad arquitectónica de fondo de las ciudades frente al destello singular de los edificios-figura.

La democracia unida a la globalización ha traído consigo un aire competitivo entre ciudades, comunidades y países en ocasiones algo tóxico, en donde el afán por destacar sobre los vecinos forzaba un desarrollo o la urgencia de una lista de méritos, que olvidaba la mejora sosegada y bien asentada sobre lo propio, buscando la distinción de forma fulgurante ya fuese de una ciudad o de un gobierno para mantenimiento de la ola que poder seguir surfeando. Toca encontrar tras la explosión de la inflación urbanística, la multiplicidad de pequeños proyectos que sostengan la mesa con mil alfileres, y traigan de vuelta la diáspora de jóvenes arquitectos de nuestra ciudad. Proyectos xs, frente a las operaciones XL.