La reforma laboral nos ha machacado». Ésta es una de las frases más repetidas en privado por los dirigentes del PP andaluz para justificar el fiasco electoral del 25M. Hay distintas razones para explicar esa amarga victoria, pero la mayoría coincide en que el efecto de la reforma laboral fue determinante y lamenta (en privado) que Mariano Rajoy no hubiera retrasado su aprobación al igual que hizo con los presupuestos y otros recortes. El viernes conocimos la causa de estos retrasos. El Ejecutivo anunció el escenario macroeconómico de los presupuestos de 2012 que se resumen en ingresar 12.300 millones por la subida de los impuestos, amnistía fiscal para los defraudadores y la aprobación del mayor ajuste de la democracia por valor de 27.300 millones de euros necesarios para cumplir con el déficit impuesto por Bruselas para este año del 5,3% del PIB. Un anuncio que a buen seguro hubiera perjudicado aún más al candidato del PP.

Por eso Javier Arenas centró su campaña en la trilogía famosa de «paro, despilfarro y corrupción» tras treinta años de «régimen» socialista, mientras que el PSOE trasladó un poderoso y efectivo mensaje de que nadie tiene asegurado el puesto de trabajo pues la actual reforma laboral abarata y facilita el despido. El miedo a los lunes al sol y la improbabilidad de encontrar un nuevo trabajo es la arma electoral más poderosa en el actual contexto económico y doblega cualquier convicción política o moral de los ciudadanos por firme que sea. Tener trabajo, mejor, tener un trabajo digno, es hoy en día un bien tan escaso que su defensa se antepone a ideologías o preferencias políticas. Además, hay que sumar las decenas de miles de funcionarios y trabajadores de las empresas públicas que también dieron al espalda al PP por los constantes anuncios de que se eliminaría parte de ese entramado público.

También se ha cuestionado el planteamiento light de la campaña electoral de Arenas. Erró en los mensajes y confió todo en que Rajoy retrasara casi todas sus medidas impopulares para que la polémica no sobrepasara Despeñaperros. Mientras, él se pondría de perfil, como hizo Rajoy en su campaña, para eludir cualquier debate incómodo como la subida de impuestos, el copago sanitario, el PER, los recortes que tendría que hacer, la dependencia... Pero, curiosamente, a la vez que evitaba que la política económica de Rajoy se oyera mucho por Andalucía, apoyó parte de su campaña en fotografías con los dos ministros de los recortes: Fátima Bánez y Cristóbal Montoro. Ambos, ilusionados por sus nuevos cometidos ministeriales, no midieron sus palabras y hablaron de la subida de IRPF, de ajustes, recortes..., todas ellas medidas muy impopulares que afectan al bolsillo de los ciudadanos por muy necesarias que sean para sacar a este país de la situación de emergencia nacional en el que se encuentra. Incluso se negó a ir al debate en Canal Sur pese a la insistencia de parte de su equipo para que aceptara debatir con José Antonio Griñán y Diego Valderas. Se inventó la excusa de que el ente televisivo andaluz no es neutral como si Telemadrid no fuera el vocero oficial de Esperanza Aguirre o Canal Nou de Alberto Fabra.

Todos estos factores y la imagen del propio candidato castigado con otras tres derrotas, han logrado que en quince días se produzca un vuelco espectacular a lo escrito por todos los analistas políticos y lo prescrito por decenas de sondeos. Un elevado porcentaje de votantes del PP se quedó en su casa confiados por la vitoria o reacios a votar las medidas económicas del PP que afectaban a sus bolsillos. También se esfumó otro elevado porcentaje de votos prestados en 2011 para desalojar al PSOE del Gobierno de España, mientras que los socialistas lograron apuntalar sus apoyos en los pequeños pueblos del interior, en las ciudades medidas y captar algún descontento en la franja litoral.

Nuevos tiempos en Andalucía. El resultado de las elecciones también cambia el escenario interno de los dos principales partidos. En un noche Griñán le pasó la crisis orgánica a Arenas, al que perseguirá siempre el fantasma de las cuatro derrotas y el debate sobre su futuro político. Por lo pronto, el lunes postelectoral ya vivió su primer lunes al sol al no presidir la reunión del comité de dirección de su partido.

La otra cara de la moneda es la de José Antonio Griñán. Una parte del socialismo andaluz había redactado ya su esquela política para hacerse con el control del partido en el congreso regional de este verano. Pero en política todo cambia en un segundo y hasta una derrota en las urnas le permitirá fortalecer su liderazgo y tener las manos libres para diseñar una ejecutiva a su medida sin las injerencias pasadas de Manuel Chaves, Gaspar Zarrías, Luis Pizarro, Martín Soler, González Cabaña, José Antonio Viera, Francisco Vallejo, Diego Asensio...

El PSOE de Málaga liderado por Miguel Ángel Heredia y Francisco Conejo reclamará su parte del pastel debido a que mantuvieron los siete diputados frente a todo pronóstico y por la lealtad firme que expresaron a Griñán cuando sufría los envites de casi todas las provincias andaluzas. Además, tanto Heredia como Conejo consideran que el peso de Málaga debe reflejarse en la composición del próximo Ejecutivo y, lo que es más importante, en el nombramiento de los segundos niveles de la administración como son los gerentes o consejeros de las empresas públicas y las direcciones generales. En esta hoja de ruta nadie duda de que el consejero Luciano Alonso jugará un papel destacado. El trabajo en la Consejería de Turismo y los resultados electorales confirman su valía.

Sin embargo en el Partido Popular reina la incertidumbre. Aunque Arenas ha manifestado que su intención es quedarse en Andalucía parece poco probable que represente ya el futuro de los populares pese al encomiable trabajado realizado para llevar a su partido casi a la cima electoral. En el próximo congreso se espera que se haga un ejercicio de apoyo sin fisuras hacía un líder que ha logrado tres victorias (municipales, generales y autonómicas), pero también saldrán los primeros indicios del nuevo candidato del PP. El partido sabe que esta legislatura andaluza será agitada, incierta y cabe hasta la posibilidad de que el matrimonio entre PSOE e IU se divorcie antes de tiempo y para ello deben tener un recambio preparado para enfrentarse a una nueva cita electoral donde José Antonio Griñán tampoco concurrirá ya que anunció que ésta sería su última legislatura.

El sucesor de Arenas deberá salir del nuevo grupo parlamentario, aunque hay cierto temor, sobre todo en Málaga, por el favoritismo de Arenas por el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido. Habrá que esperar para ver quién es el portavoz parlamentario, toda una señal, aunque varios dirigentes del PP andaluz ven al actual alcalde de Motril, Carlos Rojas, como un buen cartel de futuro.

La amarga victoria dejó también los primeros roces entre dirigentes de distintas provincias, pues desde Sevilla se reprochó en el último comité el resultado de Málaga, toda una osadía pues el PP que lidera Elías Bendodo ha sido una de las claves del resurgir de este partido en Andalucía, mientras que los populares sevillanos son incapaces de ganar en votos a los socialistas. Hubo bronca y eso denota que los nervios están a flor de piel.