El tamaño de un ladrillo es el resultado de un proceso histórico que responde a la envergadura de la palma de la mano y a la densidad del barro que lo compone, fundamental en el peso y en su manejabilidad. Un ladrillo demasiado grande no se puede manejar con una sola mano, uno demasiado pesado, tampoco. Estas dos variables entrelazadas han determinado un margen dimensional muy reducido para el material de construcción por antonomasia, cuyo desarrollo resultó espontáneo en culturas inconexas y cuya evolución afiló la solución final.

Para que una solución heredada, se pueda afilar, alcanzando su optimización, es necesario que la costumbre y la tradición que la emplea, no inmovilice el proceso de perfeccionamiento, blindando soluciones que pueden mostrarse deficientes desde su origen o desde la obsolescencia que otorga el devenir del tiempo. Las actividades multitudinarias de la ciudad vienen mostrando, cuando se concentran en el reducido espacio de sus centros históricos, un mal funcionamiento cuya evidencia crece año tras año, como algunas instalaciones que la acompañan. Feria y Semana Santa necesitan evolucionar y extender su influjo a toda la ciudad, para evitar los colapsos funcionales que ocasionan en el tejido histórico. Dos tradiciones de enorme valor cultural, religioso y turístico-económico pueden y deben extender su repercusión positiva en la ciudad. Se necesita de ambas que sepan evolucionar, enfrentándose a los problemas que generan con la incorporación de nuevas e imaginativas soluciones: multiplicación de itinerarios o repetición de procesiones, atomización de las tribunas principales y reparto disperso de nuevas tribunas menores, para evitar que año tras año, desaparezca la Plaza Mayor de Málaga aplastada por una tribuna excesiva que recuerda, en su factura y en su uso, tiempos del pasado…

Dom Van der Laan, arquitecto dominico de mediados y finales de siglo XX, hablaba de las transiciones en las texturas, los tamaños, o las formas de las ropas, los objetos y arquitecturas que nos rodean y acompañan nuestro vivir, y en la importancia de que el mundo material mostrase transiciones continuas, sin saltos, sin desequilibrios, ni ruidos…tal vez si hubiese conocido Málaga habría dicho que como un trono bien llevado, como su silencioso vaivén. Que el marco no estropee el cuadro.