El Gobierno le ha metido el tijeretazo a la partida destinada al Imserso, un programa gracias al cual no pocos hoteles de localizaciones más y menos turísticas pueden seguir abiertos en temporada baja; que evita la destrucción de miles de empleos entre octubre y abril; por el que el Estado recupera además 1,5 euros, vía prestaciones sociales, que deja de apoquinar a los trabajadores en los establecimientos abiertos, así como a través del IVA que se genera en las zonas seleccionadas y, gracias al cual, los jubilados cuentan con este tipo de satisfacción después de lo que se han currado. Pues, nada. Buena parte de él está en solfa.

Ahora que las cadenas no le hacen ascos al invento como en la época de esplendor sino todo lo contrario y que, dadas las circunstancias, por el mismo se asoma personal con mayor poder adquisitivo y con posibilidades reales, por tanto, de dejarse sus buenos cuartos en algunos caprichitos del lugar que ha tocado en suerte, pues nos encontramos con que todo está perfilado para lastrar también esta vía de animación. No entiende nadie ya cómo quieren que salgamos de ésta. ¿Secándonos quizá? Quiero decir, ¿quedándonos en el sofá todas las horas de asueto del año hasta convertirnos en una mojama? ¿El plan consiste en que cierren más negocios de los que han cerrado para que, una vez hastiados, estos emprendedores se enclaustren en sus casas con el único afán de terminar criando malvas? En fin, que yo no sé quién es el genio. Si De Guindos, si Montoro, si el canario ministro del ramo que cada día que pasa se parece más físicamente a Aznar o quién. Pero da toda la impresión de que no distinguen. Y que, por muy duro que sea el alemán en sí, son incapaces de traducir las medidas como Dios manda y quieren llevar tan a rajatabla las consignas sanguinolentas que, como se descuiden, van a poder ahorrarse el cien por cien en sanidad. Eso sí, a este paso, pueden batir el récord mundial de vacaciones anticipadas.