La prueba de que el PSOE es un partido federal es que en Andalucía piensa en el trago de los ERE y en Cataluña en si son federalistas. Y en ninguna de las dos comunidades tienen claro cómo han podido llegar a ese punto. Negro. Y en el caso de Cataluña, casi sin retorno. Ayer dijo Manuel Chaves en la comisión parlamentaria sobre los chanchullos de los Expedientes de Regulación de Empleo que de la mayor parte del asunto se enteraba por la prensa. Con esta afirmación ya está el hombre reivindicando el papel de los que juntamos letras y hace más por el futuro del periodismo que la legión de teóricos que pululan por la red. Tres afirmaciones más como esa y empezamos a vender ejemplares a mansalva. No fue su Gobierno de los que alentaban el periodismo de investigación, precisamente. Ahora descubrimos que se beneficiaba de él.

-Gaspar, tráeme la prensa.

-¿Cuál?

-La que traiga lo de los ERE.

Manuel Chaves tuvo la gallardía ayer de pedir perdón y disculpas por los que calificó de «hechos aislados», que para ser aislados fueron más bien masivos e insistió en que los casos de corrupción hay que castigarlos. Nótese como una obviedad, eso sí, bienintencionada, pronunciada en tono solemne puede granjear al que la pronuncia alguna simpatía súbita y sobre todo varios titulares. Otra cosa sería que hubiera dicho que Javier Guerrero es la cabeza de turco y que ya veremos si aquí pagan justos hartos de coca por pecadores. Los populares orgasman viendo al expresidente de la Junta compareciendo en una comisión de investigación, se solazan con los telediarios contemplando las imágenes pero supuran aún por la herida de no haber sido capaces de ganarle en las urnas. Y ni siquiera de derribarlo a fuer de tirar por elevación y tratar de pringarlo en cualquier proceso.

Chaves dormita en su escaño del Congreso y ahora sus únicas emociones vitales son las que le proporcionan novelas negras, saber si sale en las memorias de Bono y comparecer en una comisión. Comisión cuya escenografía, mesa ovalada, parece la de un tío que se enfrenta a una entrevista de trabajo. Ya te llamamos si eso, majete. Pero es un acto parlamentario. De esos en los que alguien putea al interpelado, le nombra a la madre, lo acusa de matar a Manolete y luego a la salida le palmea la espalda y le dice que no es nada personal. Chaves dice sentir «dolor» y habla de «cuatro golfos». Golfos discretos, a lo que se ve, porque aquí nadie con responsabilidad política parece saber nada, haberse enterado de nada. La pregunta es si ahora pasa lo mismo. O sea, si los políticos en la Junta preguntan por las funciones de sus subordinados. O están leyendo la prensa.