Con los primeros traslados de las hermandades se encienden en la ciudad las emociones cofrades que nos advierten que nuestra Semana Mayor -ya pregonada- va a dar comienzo; y con ella, este año, el inicio del equinoccio de la sazón. Hoy rebrota la primavera a las 12.02 horas y Málaga, expectante amante, la recoge con deseo de resurgir tras una larga y fría espera invernal, anegada de conflictos e incertidumbre.

Coincide este renacimiento estacional con la primera celebración del Día Internacional de la Felicidad, que la Asamblea General de la ONU decretó en la resolución 66/281 de 12 de julio de 2012. La decisión viene auspiciada por la iniciativa de Bután -país situado en el sur de Asia, en el tramo oriental del Himalaya, entre India y China- que desde principios de los 70 adoptó el concepto de Índice de Felicidad Interior Bruta (FIB) en sustitución del (PIB). Esta fecha, 20 de marzo, quiere reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de las personas, así como la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno. ¿Utopismo?

Felicidad, controvertida noción en estos tiempos en los que las cifras nos desabrigan, con las que se hace ardua la tarea de hallarla. Pero tenemos toda una semana, que se abrirá este Domingo de Ramos, para fortalecer nuestro compromiso con el capital humano; para reafirmarnos -ante esta coyuntura crítica que padece Málaga- en nuestra promesa de colaborar con los demás; de actuar por el bien común y compadecernos ante tanta adversidad. La compasión fomenta el gozo, mantiene una corriente psicológica.

Parafraseando al gran poeta japonés del haiku Yosa Busón, os digo que nada más por hoy, tan solo debemos dejar entrar a la primavera; a estas noches que de vela en vela transita la llama. Limpia, dichosa y fraternal Semana Santa. Así sea.