Vivimos tiempos de recortes o hachazos descomunales en la medicina pública que nos van retrotrayendo a cierto tercermundismo quizá tan anhelado por aquellos que la pretenden destrozar para luego privatizar. n plena desesperación, una médica amiga me envía una de esas colecciones de chistosas (o tristísimas) fotos provenientes de ciertos países hispanoamericanos que cuentan cómo van por allí las cosas. Ríanse (o lloren) conmigo. La falta de tildes, los hirientes errores ortográficos no son errata: es lo que hay cuando de recortar en educación y sanidad se trata.

En una cartelón acartonado se anuncia que un médico callejero «ayuda a contrarrestar enfermedades como la prostata»: sépanlo, pues, ustedes: la próstata no es ya una glándula, es una enfermedad en sí misma. Otro aviso empieza bien: «Coma vitamina C: corta el paludismo», pero prosigue mal: «fortaleze la anemia, conserva la lucemia», porque ¿quién en su juicio quiere fortalecer su anemia o conservar su cáncer? Cuánta cortesía revela el inicio del siguiente reclamo€ y cómo pone los pelos de punta su final: «Con el permiso suyo, se le entrega año, mes, día y hora de su muerte». Hay, en esos países (quizá pronto aquí mismo) «dientistas» y un «Dr. Julio B Cirujano Plastico» en cuyas manos, a juzgar por las chapas herrumbrosas de un corral lleno de basura donde pasa consulta, jamás me pondría. Y no faltan los «sobanderos», precioso nombre que designa a la persona experta en dar masajes o fricciones con fines curativos, unos expertos que, atención al adjetivo, «atienden a niños descuajados». Por no hablar del fantástico especialista con nombre de púgil: «El negro Chicho», quien va a las claras al nombrarse «mecánico de los huesos».

El pronombre «se» es el amo de los anuncios: nada de especificar autores o médicos o especialistas, basta con las pasivas reflejas y la impersonalidad. Así, un triste pero sin duda efectivo «Se arreglan gafas: optica de los pobres» precede a una gradación temporal exacta: «Se cura Diabetes en 25 días Cáncer en 30». También (ojo a la ortografía fonética) «Se cura el igado i lo riñone» y, cómo no, «Se cura la sinositis y el pechoapretao», que dan ganas de aplaudir el hallazgo «pechoapretao», tanto como en «Se cura picadura de culebra dolor en los riñones pasmo» estuve a punto de ovacionar ese «pasmo» postrero, dolencia harto frecuente hoy. Todo se soluciona: desde «Se sacan males corporales alusinasiones pecueca -que, permítanme aclarar, es el mal olor de los pies- berrugas hulceras» hasta algo que mete miedo: «Se perfora el ovulo de la oreja».

Siguen los hallazgos lingüísticos memorables: por ejemplo, el de una crema «para quitar lo feo», que no me digan que no es publicidad directa. Continúan los errores, pero hay que adaptarse a la lengua del posible cliente: «Protisis dental» o el «Padese usted deavetis» acompañado de una orden concluyente: «convatala». Y, por si acaso alguien duda de los resultados finales de un tratamiento, se añade una imagen irrefutable sobre cómo quedará el enfermo tras seguirlo: «Previene la hostoporosis: quedas como toro fuerte». Sin embargo, tanto analfabetismo cartelero, tanto recorte en la expresión cabal, da lugar a equívocos, como no podía ser de otra forma. Es el caso del sorprendente «Retrasos mestruales Garantisados», ya que no estoy yo muy seguro de que una señorita en apuros de fuerte compromiso lo que pretenda sea que no le llegue la regla. Porque, hablando de sexo, hay un panel donde se enumeran los males de la «masturbacion» que terminan con un promisorio «Ven y te enseñamos el sexo sabio y conciente». Y ahí va mi preferido: hay quien no solo cura «la desvelada, el sida, la cruda, el cansancio y la flojera». También y agárrense: «lo mandilon, lo maricon y lo mujeriego». Todo junto, sin recorte.