En el coche, camino del trabajo, intento penetrar en los secretos de "Estructuras para piano", del hermético Pierre Boulez. ¿Cuáles serán las leyes que la rigen, el sentido que se guarda tras la profusión de sonidos sin orden aparente?. Poco a poco, entre las notas se va insinuando un movimiento, una dirección, un curso, que organiza algo el caos, y empieza a exudar belleza. Un momento después, mientras estoy detenido ante un semáforo interminable percibo la entrada en juego de otro instrumento, que suministra un ritmo sostenido, y acaba por articular como conjunto la polvareda de notas. Sorpresa: al bajar la ventanilla del coche aumenta el volumen del nuevo sonido. Entonces el retrovisor me muestra a una vieja furgoneta, cuyo chuf, chef, chuf, chef era el sonido felizmente intruso. Entre Pierre Boulez, la furgoneta y yo hemos recreado el concierto. ¡Y a esa hora de la mañana!