Parece que en la Noche Triste de 1520, también un 30 de junio, un soldado trató de consolar a Hernán Cortés por la derrota diciéndole que "en las guerras estas cosas suelen acaecer". Dos tercios de siglo después, por ese tiempo del año, la Armada Invencible empezaba sus desdichas al verse dispersa por las galernas en el Atlántico. Nuestro vicio es siempre el exceso de entusiasmo, que hace que nunca nos conformemos con menos que gesta, y toda gesta acaba antes o después en una derrota, que de ese manera se convierte en trágica. Este modo de ser heroico tiene ventajas en los picos y problemas en los valles, que se vuelven de lágrimas. En realidad esta derrota puede haber sido providencial para tomar tierra cara al mundial de Brasil de 2014. De hecho un año después Hernán Cortes regresó y tomó Tenochtitlán (actual ciudad de Mexico). Esto de las gestas ya no tiene arreglo.