Aislen a la ministra y sus expertos, por favor

El asunto es que, como no pongamos un poco de sensatez, nos van -especialmente a los sanitarios y relacionados- a volver locos. Leo hoy por la mañana que el Ministerio del Desastre y el Miedo (perdón, de Sanidad) ha cambiado el protocolo del ébola, y ahora tener unas décimas de fiebre va a ser considerado de «alto riesgo» Y me pregunto yo: ¿Por qué no se aisla a la ministra y a toda su corte? ¿Porqué no utilizar el dinero público, en vez de parafernalia justificativa, e idiota muchas veces, para educar a la población en la sensatez y aumentar plantillas? Hemos pasado de la temeridad e improvisación a querer arreglar las cosas mediante la alarma sanitaria, injustificada a todas luces, que, pensando mal (más bien bien), hace de nuevo el juego a los que controlan el gran negocio sanitario. ¿Me entendéis, verdad?

Gerardo Hernández Zorroza. Málaga

Enfermedades y cuidadores

La enfermedad del ébola está causando cierto pánico en muchas personas por miedo al contagio y por su gravedad. En España ya se encuentra muy grave la primera enferma contagiada fuera de África. De momento, el número de personas contagiadas en España no parece que sea motivo suficiente de alarma. Otras enfermedades que en la actualidad se están produciendo en España, han causado un número mayor de muertes. Recuerdo que a consecuencia de la legionela, han muerto diez personas, hace tan sólo unas semanas en Cataluña. En España ya existen más de 20 hospitales preparados para afrontar una emergencia sanitaria de este tipo. Sin embargo, a pesar de las medidas adoptadas, el personal sanitario dice no encontrarse suficientemente instruido para evitar el contagio de esta enfermedad. El día 11 de octubre, se celebró la fiesta de Santa Soledad Torres Acosta, que en 1851 fundó en Madrid la comunidad de Siervas de María o Ministros de los enfermos, para asistir a domicilio y totalmente gratis a los enfermos que lo solicitaran. Hay que recordar que en esos años se propagó por Europa una terrible epidemia del cólera y en los hospitales no cabían los enfermos, siendo muchos de ellos abandonados por miedo al contagio. Por eso, estas monjas, que viven su vocación de esta manera tan ejemplar, heroica y desapercibida, son merecedoras del respeto y agradecimiento por el trabajo, que en muchas ciudades de España y de otros países, realizan en favor de la sociedad.

Plácido Cabrera Ibáñez. Málaga