El PSOE malagueño ha presentado una propuesta para regenerar la Diputación. O sea, que a su juicio está degenerada. Hay que ver las cosas que se dicen unos a otros. Sobre todo, implícitamente. Regenerar es uno de esos mantras que abundan en la política. Como consenso o diálogo o participación. O transparencia. Te tomas un café con un político y te lo suelta: tenemos que ser más transparentes. No puede remediar uno entonces mirarlo fijamente y comprobar si se ve a través de su cuerpo. A veces se ve, pero puede ser que se trate de un concejal o parlamentario muy delgado. Otras veces no se ve nada, no siempre porque el sujeto esté grueso. Puede ser porque sea un mentiroso o se haya venido al café con el escaño puesto y lo esgrima a modo de burladero. Es cuando te entra complejo de toro y por un momento lo ves vestido de luces. Menos mal que no te corta la oreja, aunque te la caliente. Cada vez que oigo la palabra transparencia me llevo la mano al ratón. Y no encuentro los sueldos si no es a base de muchos clicks, de paciencia y de tiempo perdido. No es que a uno le interesen mucho los salarios de los políticos, pero sí la transparencia. Comienza uno hablando de degenerados y se le va el artículo hacia la transparencia. La Diputación es claro objeto de deseo y dos de los principales y jóvenes líderes de la política tradicional bipartidista se la disputan en lo que a su vez es una disputa político personal que dura ya muchos años. Los socialistas quieren menos cargos de confianza. No se sabe si es que no tienen en quién confiar. Luego cuando gobiernan se ven obligados a hacerlo con otra fuerza, esta otra fuerza exhibe su ídem y hay que generar tropecientos cargos de confianza. Los socialistas aspiran a convertir, lo dijeron ayer, y pueden leerlo en esta misma página, a la Diputación en un ejemplo y un referente nacional de transparencia y buen Gobierno. Hombre, transparente ya es, no hay más que pasar por Pacífico y mirar un poco y ya se ve tras ese acristalamiento como de Bundestag qué luces están encendidas y cuáles no; se ven incluso sombras de laboriosos funcionarios que van y vienen por esos pasillos por los que no sabes si te vas a encontrar a una autoridad en literatura decimonónica, un bedel, un jefe de obras, un conferenciante persiguiendo al santo que se la ido al cielo o a un alcalde que viene a preguntar qué hay de lo suyo. La Diputación va a estar muy disputada, dado que hay nuevos partidos en liza con posibilidades de pillar cacho y escaño. Las espaldas están en alto. No es una errata, porque todos se han puesto de puntillas y han alzado el cuerpo. Para parecer más esbeltos. Y, claro, transparentes.