Abril se despide con un tiempo convulso en una semana de resaca cinematográfica; mayúsculos cruceros y reincidentes accidentes con el metro en el cruce del Hospital Clínico -algunos piensan, con tono irónico, en un enclave idóneo y estratégico para estos percances, vaya sarcasmo -, lo cual conduce a adoptar medidas preventivas eficientes. Entretanto, la Gerencia de Urbanismo se sube al estudio de la noria-mirador del puerto, tratándola de iniciativa «interesante». Sin bajarnos de la idea de la cenia como atracción visual turística, desde donde se podrían observar unas vistas inusitadas de la capital y también vislumbrar el futuro del puente de Tetuán. Este metafórico pontón -construido en 1860 con el proyecto de Luis Gracián, coincidente su inauguración con la ocupación de la ciudad de Tetuán durante la Guerra de África, de ahí su nombre- fue el iniciador de la comunicación directa entre la Alameda Principal y el barrio del Perchel y el primero en permitir el tráfico de carros y vehículos hasta la apertura del de Armiñán en 1911. Ante su devenir, aprovechando la remodelación de la zona por las obras del metro hacia el Centro, estamos de acuerdo de lo pertinente de abrir un debate sobre esta infraestructura clave para redefinir su traza y lograr el anhelado salón urbano, evidenciando la génesis de una nueva extensión concéntrica para Málaga. Se debe aprovechar esta oportunidad singular ¿no creen? Así, eludiríamos la frustración por el desencanto posterior de habitar un proyecto inconcluso. Expectante ante el pregón de Francisco Fortuny, quien abrirá mañana la 45 edición de la Feria del Libro, los malagueños tendremos, de nuevo, la ocasión de sumergirnos en el Palmeral, hallando las sorpresas vitales y terapéuticas que nos proporcionan los libros, esos amigos sempiternos. Vayan a disfrutarla con el ánimo placentero del reencuentro.