La financiación bancaria al sector privado, o mejor dicho, su clamorosa ausencia, ha sido una de las constantes de esta crisis y ahora que parece que empezamos a remontar se mantiene como uno de las principales rémoras para la reactivación. Empresarios y economistas vienen advirtiendo de que los bancos siguen con el grifo aún muy restringido y, aunque ya se perciben signos de mejora, las altas exigencias de avales y garantías o los elevados tipos de interés exigidos siguen ahuyentando a la mayoría. Hay más crédito, sí, pero muy selectivo y centrado en empresas de mediano tamaño que cuenten con planes de internacionalización. Eso, por desgracia, deja todavía fuera de juego a la mayoría del empresariado, compuesto por micropymes y, que por la naturaleza de su actividad, están más volcados hacia el mercado local o nacional.

El Consejo Andaluz de Cámaras de Comercio ha sido la última instancia en destacar esta semana el bajo nivel de empresas que acceden al crédito, en un estudio que deja también otras reflexiones. Según una encuesta a más de 600 pymes andaluzas promovida por las cámaras, sólo una minoría del 20% se atrevió a acudir a la ventanilla de los bancos a pedir un préstamo en el último año. Del 80% que no lo hizo, una buena parte alegó como motivo principal que no necesitaban el dinero o que no les era rentable meterse en préstamos, unas repuestas que, según los autores del estudio, tienen doble lectura: la positiva, que algunas empresas tienen fondos propios para tirar; la negativa, que todavía no hay ánimo ni confianza suficiente para acometer nuevas inversiones y proyectos. El resto de los que desistieron de pasarse por ventanilla fue claro y reconoció en la encuesta tener el convencimiento de que los bancos no están dando créditos o que exigen demasiadas condiciones. O sea, y hablando en plata, que para qué perder el tiempo si les iban a dar con la puertas en las narices.

Al final, la consecuencia de este «efecto desánimo» es que el crédito vivo a familias y empresas en Málaga sigue cayendo. Al cierre de 2014, había 33.485 millones de euros, una cifra que representa el nivel más bajo desde 2005 y está ya un 30% por debajo de los máximos que se alcanzaron a mitad de 2008, cuando en plena vorágine de consumo se firmó un récord de casi 47.500 millones. Tan claro es que España tenía entonces un claro problema de sobreendeudamiento del sector privado como que ahora se necesita la gasolina del crédito para volver a crecer. El Banco Central Europeo (BCE) lleva meses tratando de llevar la liquidez al mercado. Veremos si nuestros bancos acompañan.