En ochenta días dio la vuelta al mundo Willy Fog sin aviones y con los malos detrás para impedir su hazaña. Para otros, en cambio, ochenta días sólo dan para unas cuantas reuniones. El tiempo es relativo pero en Andalucía, desde el pasado 22 de marzo, las escenas parecen grabadas a cámara lenta. Hoy, por fin, ochenta y un días después de pasar por las urnas la socialista Susana Díaz se convertirá en presidenta andaluza gracias al apoyo de Ciudadanos. La investidura pondrá fin a más de dos meses de reuniones, posados fotográficos, cruce de reproches y acusaciones y votaciones frustradas. Poca cosa en términos de productividad aunque finalmente se haya logrado un acuerdo y evitado unas nuevas elecciones. Ahora, tras el acto solemne de hoy, tocará formar gobierno y nombrar personal de primer nivel, segundo y así hasta el último carguillo. Los consejeros y la propia presidenta dejarán de estar «en funciones», una coletilla con la que los periodistas los hemos nombrado desde la noche electoral y que ya nos parecía hasta entrañable. Porque, aunque transitorio, el término suena bien, como a cosa que funciona, que aún sirve para cumplir su función. Sería interesante hacer balance de cuáles han sido realmente esas funciones durante estos dos últimos meses. O incluso reflejar gráficamente la evolución de la productividad de los cargos públicos a lo largo de una legislatura. ¿Cuándo producen más? ¿Al llegar, con el ímpetu del recién nombrado?, ¿a mitad del mandato cuando ya se le ha cogido el tranquillo al cargo?, ¿al final como el mal estudiante que intenta recuperar el tiempo perdido?, ¿o cuando están «en funciones» y hacen méritos para quedarse un poquito más? Quién sabe.

Hoy empieza todo y lo deseable es que el ritmo se acelere en San Telmo y en el Hospital de las Cinco Llagas. Aunque, visto lo que ha costado arrancar, todo indica que la legislatura estará marcada por los encuentros y desencuentros y que sacar adelante cualquier punto no será fácil. El diálogo será imprescindible y eso está bien, siempre que no nos intenten colar una sucesión de monólogos como suele ocurrir.