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Cartas al director

El mal uso del vocablo élite

La mayor parte de los intelectuales en una situación económica desahogada no parecen reparar en un hecho bien triste de la falaz y absurda era digital. Me refiero a que quienes, en puridad, deberían ser considerados como la élite de una nación, son hoy, en no pocos casos, unos marginales que piden comida donde, con trabajo y menos preferencias que otros, se la quieran dar. En cambio, personas que nada más abrir la boca revelan su penuria moral e intelectual, son consideradas «élite». Lo cual demuestra la enorme adulteración que ha sufrido esta palabra que Pareto, con su «teoría de las élites», sí empleó con toda propiedad.Voy a poner un ejemplo histórico de un miembro de la élite verdadera: T. E Lawrence, más conocido como «Lawrence de Arabia». He aquí a un señor de inabarcable personalidad cuya comida preferida era el pan con agua, sin que ello suponga un distanciamiento de la élite; todo lo contrario, pues la autosuficiencia que otorga la sobriedad nos acerca a los que son mejores de verdad. ¡Lawrence!, ¡Lawrence!, ¡Lawrence!

Antonio Romero Ortega. Málaga

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