En la banca se mide la solvencia, el rigor en la gestión y tener las ideas claras para diseñar el futuro, sin más ataduras que el servicio a quienes han depositado en la entidad sus ahorros y su confianza. En estos últimos años conocemos sonoros fracasos en la banca cuando lo que primaron fueron intereses personales, los más graves y cabrones, o los sometidos al peligroso tamiz de las injerencias partidistas y del gobierno de turno y por quienes diseñaron estrategias equivocadas llevando a la ruina a depositantes con maniobras claramente suicidas.

Este es el resumen de una larga noche de tertulia en un chiringuito, con el sonido de las alborotadas aguas del Atlántico, allá por Isla Cristina. Uno de los tertulianos, con larga experiencia en la gobernabilidad de las cuentas públicas andaluzas, al hilo de lo anterior, confesaba que una comunidad autónoma nunca será fuerte y capaz de crecer si no cuenta con un sistema financiero sólido y solvente; cercano y con credibilidad.

Este tertuliano, nada bebedor, echaba a volar los recuerdos de cómo se fueron torciendo los diversos intentos, años ha, de conseguir una entidad bancaria de obediencia andaluza, lastrada, en la mayoría de los casos, por egoísmos personales, o de grupo o por los mezquinos provincialismos. Historias cercanas que están por escribirse. Esa misma noche y con entrada al móvil personal me llegaba un resumen de la cuenta de resultados en el primer semestre de este año del Grupo Unicaja Banco, con un consolidado de 189 millones de euros, un 32,6% más y llevando su solvencia hasta el 12,01%, muy por encima de las exigencias comunitarias. Ni en vacaciones, me dije, descansa el departamento de comunicación de Unicaja, pero la verdad es que merecía la pena estudiar con detenimiento los datos que consolidan al Grupo Unicaja como el sexto grupo bancario privado español, con acreditada fortaleza financiera, puesta de manifiesta en los sucesivos convenios de colaboración firmados con entes sociales, económicos y políticos, además de abrir la espita al crédito individual.

Pero al margen de los datos, más propios de analizar por avezados economistas y yo no lo soy, en aquella noche de recuerdos y añoranzas, con la presencia, pelotazo en mano, de más de un pata negra de la profesión periodística , la escrita, la hablada y la plasmada en imagen y de noche soñadora de quienes ya doblan la esquina del retiro de la batalla diaria política, se llegaba a la conclusión de la importancia soberana de las personas que habían hundido fusiones e integraciones bancarias en Andalucía y de quien con su única arma de solvencia profesional, rigor en la gestión y nulas ataduras partidistas consiguió en un larga proceso, a veces proceloso, alcanzar lo que reflejaban los datos que avalan al Grupo Unicaja entre los más solventes de España, sin dejar cadáveres en el camino, ni preferentistas exigiendo que se les devuelva lo estafado.

No se dijo el nombre, pero en la mente de todos estaba el de Braulio Medel, gestor y capitán de esta travesía, no exenta de tormentas y sacudidas tectónicas como cuando se lo quisieron cargar de presidente de Unicaja, operación política en la que tuvieron nefasto protagonismo más de un dirigente socialista malagueño y sevillano. Para los avezados en la historia, el Diario de Sesiones de la Cámara andaluza es un libro abierto. Y yo sé lo que me digo. Braulio Medel es hombre de consistentes ideas sociales, de valentía en sus decisiones, eso sí, una vez masticadas hasta la saciedad, y por tanto no sujetas a los bandazos de quién gobierna o puede gobernar. Acostumbrado, como profesor que lo es, a decir las cosas claras no era, ni es, persona a la que le pueda someter por la vía de la componenda y mucho menos manipulado por chantajistas de poco pelo.

Yo estoy convencido, y así lo manifesté, que el Grupo Unicaja Banco no sería lo que es y lo que está por venir sin el liderazgo profesional y personal de Braulio Medel, capaz de saber reunir a su alrededor un equipo de profesionales, con la cabeza bien puesta, en cuerpo que no da un paso en falso. Es posible que al lector, si ha llegado hasta aquí, le suene lo escrito como un panegírico sobre la persona de Braulio Medel. Es hacer justicia a quien ya tiene en mente, incluso con fecha señalada en rojo en su calendario personal, la salida Bolsa del Grupo Unicaja Banco con una imagen en las antípodas de lo que millones de españoles tenemos grabado en la retina: Rodrigo Rato dándole doloroso cachondeo al badajo de la campanita.

Digo que no es un panegírico porque la realidad de estos años, tras la adquisición del Banco Ceiss en 2014, potenciando una franquicia con vocación de liderazgo regional en Andalucía y Castilla y León, deja bien claro el papel tenido por Medel en toda esta operación. Este proceso que, en ocasiones, sacó de juicio y puso nerviosas a las autoridades económicas españolas y comunitarias, está a punto de cerrarse con el plácet de saber que Andalucía tiene un banco de obediencia andaluza, con cada vez mayor recorrido nacional.

Desconozco si este es el punto y partida del Grupo Unicaja y si por el horizonte se vislumbra nuevas operaciones, pero es obligación de historiadores, analistas o periodistas de dejar por escrito la verdadera historia del sistema financiero andaluz en los procelosos años de finales del siglo pasado y principios del presente.

De entrada, tenemos la reciente del Grupo Unicaja Banco que con su presidente, Braulio Medel, se ha hecho realidad algo que pocos años atrás parecía impensable: hacer de Unicaja el sexto grupo bancario de España. Que no es poco.

P. D.- Para lectores suspicaces o escribidores resentidos, de los que trabajan con la bilis, les diré: Conozco a Braulio Medel desde que lo eligiera el presidente Plácido Fernández Viagas como viceconsejero de la incipiente autonomía andaluza. Me quedo con lo me dijo Plácido de Braulio: «un profesor riguroso que dará mucho que hablar». Escrito está.