Impresionismo y utopía, por Jesús Sánchez-Ajofrín Reverte

Necesitamos «Nuevos Impresionistas» en este rancio y aburrido panorama político, que forma parte del pulso diario de nuestras vidas. Es hora de dar un cuarto de vuelta al ingenio, y apostar por nuevas formas y coloridos, en esta monocroma forma de hacer política que nos hastía. Si nos acompañara la suerte (aprovechando la estación primaveral), ya podrían brotar algunas mentes políticas con esa soñadora visión espacial que plasmaban en sus pinturas: Manet, Renoir, Monet, Degas… Necesitamos vislumbrar un poco de arte en las formas de hacer política. La utopía y el impresionismo, al menos, nos dejan soñar fugazmente en un paisaje político lleno de colorido.

La gestión de uno mismo, por Federico Barbero

El pasado día 5 pudimos disfrutar de la conferencia que pronunció el profesor D. Carlos Andreu en el Museo del Patrimonio Municipal de Málaga, organizada por el club Mainagua. Fue interesantísima, no solo por su contenido sino por la forma tan agradable y dinámica con que el Sr. Andreu explicó, el desarrollo del ser humano desde que nace hasta la vejez. Comenzó por la primera etapa cuando se forma el carácter, pasando por las amistades de la adolescencia que influirán mucho en lo que será un joven de mayor; lo importantes que son, la formación y decisiones en la juventud para gestionar bien su vida; vivir el orden y el compromiso de forma que se alcancen los objetivos propuestos y una vez conseguidos, priorizar lo más importante del día a día; familia, trabajo, amistades, ocio, por este orden. Transmitir alegría y optimismo a nuestro alrededor es una buena forma de pasar el tiempo. Fueron muchos los consejos prácticos que el Sr. Andreu ofreció, para que nuestra vida tenga sentido y no como la de muchos, que pasan por este mundo sin ton ni son. No hacer nada es como morirse antes de tiempo aunque te entierren a los noventa años. Después de la conferencia me quedó claro lo de llenar los años de vida y no la vida de años, ser prácticos y alegres hasta el final y como muy pronto, morirse veinticuatro horas antes de que te entierren.