Una vez que la experiencia ha demostrado el largo tiempo de apnea de gobierno que nuestra sociedad resiste (más de seis meses, por ahora), sería el momento de empezar a mirar para otro lado, y no por desentenderse, sino porque hay más cosas que mirar. A los políticos les pone que todo el mundo esté pendiente de ellos, pero el espectáculo que ofrecen no da para tanto. Stephen Hawking, ciudadano nº 1 del mundo (con algún otro), ha vuelto a insistir en la necesidad de ir pensando en cambiar de planeta, y vaticina que se hará antes de 1.000 años. Esa sí que es una buena historia, y nada quimérica, ya anticipada por el discurso literario y casi a punto por el tecnológico. En cuanto al discurso ético es otro asunto: la especie conocida más depredadora del cosmos se dispone a saltar, como una garrapata, a otro cuerpo planetario, para seguir cumpliendo su destino de parásito del universo.