La cita semanal con esta columna sabatina impone ciertos hitos temporales en los días previos: escoger un asunto, moldear la forma de expresarlo y escribirlo al fin. En ocasiones, la actualidad es parca en noticias apropiadas, y en esos casos la víspera de la entrega implica un esfuerzo adicional: toca exprimirse la sesera. Otras veces es generosa y ofrece material para varios artículos. También hay asuntos que el columnista intenta evitar porque escribir sobre ellos supone un desgaste personal. Asuntos sobre los que ya se ha opinado con anterioridad y que, cuando ya parecían olvidados, la crónica local hace aflorar de nuevo, al igual que la marea devuelve a la orilla los restos en descomposición tras un naufragio. Entonces toca enfrentarse a ellos otra vez.

Esta semana trascendía que la Junta de Andalucía emitía la preceptiva autorización para la demolición del palacete de los condes de Benahavís, más conocido por el último uso que tuvo el inmueble: pensión La Mundial. Se despeja así la ruta a una operación especulativa que pretende erigir en Hoyo de Esparteros un hotel de diez plantas y otros usos que alterarían gravemente la disposición urbana del céntrico lugar. Es posible que el edificio que pueda surgir allí suponga la reactivación de la maltrecha zona -cuyo abandono no es fruto de un desastre natural, sino que tiene responsables- e implique un buen negocio para algunos y que redunde en nuevos fondos para las arcas municipales. Pero la ciudad que legaremos a nuestros hijos será mucho más inhóspita que de aportarse otras opciones más amables. El mantenimiento del palacete de los Condes de Benahavís es necesario no solamente por sus valores patrimoniales, sino porque a partir de él todavía es posible recomponer la ciudad en ese punto de forma no traumática.