Nada será lo mismo. La retirada de la selección española de José Manuel Calderón deja un vacío difícil de llenar. Enormemente comprometido con el equipo, para Mr. Catering su protagonismo siempre era secundario. Primero el equipo, después lo demás. Era el hombre para todo en un equipo lleno de estrellas, de ahí el apodo que le puso Andrés Montes. Eterno compañero de habitación de Felipe Reyes, Calderón era, como bien le definió Lucio Angulo, el Andrés Iniesta del baloncesto. El hombre que no necesita ni de tatuajes ni anotar 40 puntos o dar 20 asistencias para ser imprescindible. Una vez un entrenador me dijo: «Nuestra defensa es Calderón. Cuando baja el culo para defender todos le ven y hacen lo mismo. Es imposible no hacerlo». Un jugador que se va con muchas medallas y títulos pero al que las lesiones le han privado también de grandes éxitos como el Mundial júnior de Lisboa o el Europeo de 2009 en Polonia.

La primera vez que alguien me hizo un análisis de las posibilidades reales como jugador de Calderón fue en el año 1999. Cenando con un buen amigo, Óscar Quintana, hablábamos de las posibilidades de Javi Rodríguez en la elite y recuerdo perfectamente que Óscar me dijo. «El bueno es Calderón». Los dos jugadores estaban en la órbita del Baskonia y mientras el gallego se mantenía en el equipo, José había sido cedido al Lucentum Alicante en la LEB.

Ya le había echado el ojo y años después le ficharía para el Fuenlabrada, donde estalló como jugador antes de volver al Baskonia y volar a Toronto. El mayor éxito de esta generación fue el Mundial de Japón. Lo disfrutaron mucho en lo personal y en lo profesional. Nadie contaba con ellos y se permitieron el lujo de ganar eliminado al campeón de Europa, al del mundo y al olímpico. Segundos después de finalizar la semifinal contra Argentina tuve la suerte de entrevistar a Calderón y no estaba del todo contento. Su sentido de la responsabilidad hacia que el tiro libre fallado a 19" del final le diera vueltas a la cabeza. No pensaba en que habíamos ganado con un tiro libre suyo, pensaba que si hubiera anotado los dos, la defensa final habría sido más fácil. En 2009 no pudo jugar por lesión y fue comentarista de laSexta y compartimos muchas horas de trabajo, hotel y carretera. Nos acompañó su preparador físico y cada mañana acudían a un pabellón, primero en Varsovia, después en Lodz y finalmente en Katowice para entrenar y recuperarse. Scariolo le pidió que se incorporara al grupo y «Calde» asistía a todas las charlas técnicas con sus compañeros. El día de la final fue un día de muchas emociones contenidas que acabaron con Calderón llorando con sus compañeros en el parquet por el oro conseguido. Era uno más a pesar de no haber jugado.

El año siguiente era el año elegido para volver y en el último partido de la preparación ante Estados Unidos en la Caja Mágica, Calderón se rompió. La selección se fue a Turquía y todo iba más o menos bien hasta que el triple de Teodosic nos echó a la calle en el cruce de cuartos. Fue uno de los peores momentos de la selección porque además de la derrota había que quedarse en Estambul para jugar del 5 al 8. Cuatro largos días más. Esos fueron los días que «Calde» eligió para viajar a Estambul y estar con sus compañeros y amigos, si todo hubiera ido bien, no lo había hecho, pero en ese momento había que estar.

Los focos siempre han apuntado a Gasol o Navarro pero los éxitos de esta generación no se habrían escrito sin la presencia en la cancha o en el banquillo del genio de Villanueva de La Serena. Los Ángeles Lakers le disfrutan a partir de ahora en exclusiva. Suerte€