El PSOE a la deriva

Los resultados obtenidos en los comicios gallegos y vascos de la formación política que comanda Pedro Sánchez no podían ser más catastróficos. Ha sido vapuleada a ojos vista y es algo que el secretario general tendría que hacérselo mirar antes de proseguir en su enquistada actitud del «no es no» a Rajoy y al partido que, por el contrario del suyo, ha obtenido el beneplácito de los votantes en ambas circunscripciones. Era de suponer que el quebranto le haría bajar la cerviz y dejaría de poner piedras en el camino del PSOE, un partido constitucionalista con muchos años honrosos a sus espaldas. Pero no ha ocurrido así. He aquí que Sánchez, sin amilanarse, no es que no dimita sino que sigue impertérrito en su idea de formar gobierno acudiendo a Podemos y los independentistas catalanes. Mientras, crujen las arboladuras de la nave socialista a punto de naufragar en el mar de los Sargazos en el que se encuentra.

No solo no se desalienta Sánchez ante el batacazo electoral, sino que arremete contra la vieja guardia socialista, que de forma clara le viene indicando también la salida como secretario general. Pide que el Comité Federal del partido se celebre el primer día de octubre y reclama la celebración de unas primarias para elegir secretario general, a las cuales él se presentaría, con el convencimiento de que el grueso de la militancia seguiría prorrogándole el mandato sine die.

El enfrentamiento de Sánchez con los barones de su partido se intensificará sin la menor duda. Temen que su intransigencia no haga sino acelerar la descomposición del PSOE promovida por sus ambiciones personales y narcisismo. Se necesita la remontada del socialismo, ahora en horas bajas, para retomar la firme oposición a Rajoy y los populares en el todavía hipotético Gobierno que puedan constituir. Y Sánchez no debería poner trabas para su consecución, enderezando la deriva a ninguna parte de su partido.

José BecerraMálaga