No se le puede llamar arte

Los esfuerzos municipales y de otras administraciones por convertir la ciudad de Málaga en una gran urbe, más cosmopolita de lo que presume ser de siempre, se quedan en aguas de borrajas por culpa de la acción salvaje y descontrolada de una serie de personas que osan llamarse artistas callejeros. No dudo que algunos lo sean, pero una gran mayoría lo único que hacen es ensuciar muros, paredes y hasta monumentos con sus grafittis y firmas ilegibles. Actos vandálicos, en definitiva, que enturbian la imagen de la ciudad y que, de paso, cuesta mucho dinero de las arcas públicas que, con nuestros impuestos, llenamos los ciudadanos. El último ejemplo desgraciado, el monumemento a Picasso, en la plaza de la Merded.

Alejandro López. Málaga