No ha sido un buen fin de invierno para el presidente del Partido Popular de Málaga. Elías Bendodo ha visto en cuestión de días como el alcalde Paco, el de las cosas de Paco, ha dicho que de alcalde se vive bien y que en ocasiones oye malagueños que le dicen que se quede. Málaga, que es Delatorrista, ha convencido a Paco y él no puede negarse a su público.

Bendodo, sin recuperarse del susto, estaba meditando cómo podría conseguir que Málaga deje de ser Delatorrista y sea Pepera, e incluso Bendodista, en esto que, en mitad de la meditación, se ha enterado de que uno de sus concejales de Mijas estaba intentando comprar a otro concejal de la corporación.

Bendodo ha decidido que aquí no ha pasado nada y que circulen que no hay nada que ver, evitando así que podamos creer que él no sabía nada, y créanme, hay muchos que pensábamos que, en esta ocasión, él no sabía nada. Pero ante la duda, él solito se ha encargado de despejarlas, y punto.

El problema del presidente del PP es que en ciertas ocasiones parece que tiene de consejero político, o de asesor estratégico -o como quiera que se llamen los que deben aconsejar al presidente del primer partido del país en la quinta provincia de España- a su peor enemigo. No voy a comparar su estrategia con la del alcalde porque sería como echar a pelear a Yoda con Mr Bean, pero si quieres parecer inocente, uno no se esconde y, si quieres ser alcalde, uno tampoco lo esconde, si no lo quiere verbalizar por lo menos que se le noten las ganas. Y sobre todo, si uno quiere tener una buena estrategia se rodea de consejeros que le den una buena estrategia, que ese es el único negocio que le interesa a un líder político.

De otro modo no habrá dos sin tres y volveremos a ver como tras un mal final de invierno, tendrá alergia primaveral.