La Supercopa nos depara esta noche la oportunidad de disfrutar con el primer partido de la temporada de una repetición de la final de la Eurocup. Las dos grandes alternativas de poder en la ACB miden sus fuerzas con dos proyectos renovados y reforzados. La llegada de McCallum y Shermadini cambia la cara de los cajistas; Green, Doornekamp, Pleiss y el entrenador Vidorreta mostraran un nuevo Valencia. Por lo visto en la pretemporada los verdes de Unicaja son favoritos pero los naranjas de Green serán un duro rival.

Erick Green es una de las grandes incorporaciones del equipo taronja este verano. Ante la ausencia de los pesos pesados se ha erigido en el nuevo líder del equipo. Green nació en Inglewood, Los Ángeles, en el seno de una familia de deportistas. Su madre Tammy, jugaba al baloncesto en el equipo de la Universidad de Brown y su padre Erick, era uno de los running back del equipo de futbol americano de la misma universidad. Comenzó a jugar al baloncesto a los 5 años, con sus padres, en el patio de su casa, aunque reconoce que hasta que cumplió 14 años no fue capaz de ganarles un partido. Green tiene tres hermanas pequeñas. Courtnie de 23 años, Madison de 17 y la pequeña Aaliyah de 9, aunque en su casa siempre ha habido más niños. Sus padres siempre le han enseñado a compartir, a ser solidario, desinteresado y a tener una ética de trabajo. Su madre al retirarse se convirtió en la directora de servicios sociales del condado de Frederick en Virginia y su familia se convirtió en familia de acogida de menores. Durante años, los hermanos Green han convivido con niños que pasaban desde un fin de semana hasta 17 años. De todos ellos, uno marcó a Erick, se llamaba Brian, eran inseparables, cuando dejó su casa no entendía nada, sólo tenía 10 años y le separaban de su alma gemela, el pequeño Brian tenía 4 años. Pasado el tiempo lo recuerda y así como otros niños que pasaron por su casa se han puesto en contacto con él, nunca ha vuelto a saber nada de Brian.

Sus padres le entrenaban y Erick destacaba en los dos deportes familiares hasta el punto de que en su primera escuela le limitaban su estancia en cancha a anotar 20 puntos y en fútbol americano limitaban su número de touchdowns. Una rotura de codo en un partido de fútbol le llevó definitivamente al básket. Green trabajó más duro que nadie, en la universidad su trabajo comenzaba a las 6:30 de la mañana y terminaba jugando partidillos con Adam, su compañero de habitación, a las 11 de la noche. «Estábamos aburridos en la habitación y bajábamos a jugar hasta las doce y media». Un verano su entrenador, James Johnson, le propuso mejorar el tiro, le retó a tirar 20.000 lanzamientos en verano. Lo hizo y ese año acabó como máximo anotador de la NCAA con un porcentaje de casi el 50% en tiros. «Muchos chicos hablan de trabajar. Él trabaja» recuerda su entrenador, que cuando llegaba todas las mañanas a su despacho y oía una pelota en la cancha no tenía que mirar para sabe quién era. Eso le valió el mote de «rata de gimnasio»

Ahora convertido en el mejor jugador del Valencia amenaza a un Unicaja que tiene una gran oportunidad de dar una alegría a sus aficionados. Suerte€