Le pregunto a un veterano del PP malagueño qué va a pasar mañana jueves en las primarias y me responde sin retranca: «Todos irán en auxilio del vencedor». Este mismo giro o frase le gusta también a otra persona dotada de gran ingenio e inteligencia, José María Martín Delgado. Recuerdo una de las veces que la empleó. En el Castizo, un restaurante de Teatinos donde se come muy bien. Pero me la dijo a propósito del PSOE, hace mucho tiempo, en vísperas de no recuerdo cuál cuita interna. Tengo que preguntarle más cosas a los veteranos. Tengo que ir también a más restaurantes. Al Yubá, por ejemplo, donde hace un par de semanas me sugirieron el nombre de un par de integrantes de las listas del PSOE en Málaga capital. Aunque ahora, lo que se lleva es soñar con el Parlamento Europeo. O al Montana, que según dice Vicente Almenara, experto gastrónomo, es un magnífico sitio que vuelve a estar de moda.

Los políticos jóvenes en activo, es decir, hasta los sesenta años, hablan con lengua de cartón y acento de argumentario. Son más vulgares haciendo juicios y adjetivando. Se lo pasa uno peor. Y a lo mejor sólo te dan de comer verduritas y tartas de queso enfangadas en sirope. Aunque hay excepciones, claro.

El PP oficial malagueño se ha decantado por Soraya Sáenz de Santamaría, con lo cual se arriesgan a ser exterminados si gana Casado o Cospedal. Si es que para sobrevivir no se apresuran, que lo harán, en caso de derrota, a lamerles las partes (políticas) al que gane.

El alcalde De la Torre no se ha decantado. Él no está en edad de ser partidario y sí de tenerlos. Al edil por antonomasia le estorba mucho la política. No está cómodo en los lances de partido. Salvo si se trata de oír a Margallo, como el otro día en un acto en la sede central de Málaga. El exministro hizo una loa potente de los políticos veteranos y cabales, desdeñando al juvenil pijerío ambicioso de su partido, tan en boga. De la Torre oía y se le dibujaba una beatífica sonrisilla. Le faltó darle un pellizco de monja a Bendodo, al que le deben gustar tanto las gracias de Margallo como a un sueco Camarón. No sabe uno si se llevaron luego a Margallo a comer a Frutos, a la Reserva o al María o si lo dejaron con más hambre que un caracol en un espejo. Yo me habría ido al Lago, en Marbella, que ahora abre los mediodías. Aunque para conspiraciones, el Sake Izakaya, taberna japo sin sushi estratégicamente escondidísima y de la que no diremos dirección.

Moreno Bonilla también trata de decantar al PP andaluz hacia el Sorayismo. Si quieren hacer pasar a la exvice por la renovación van listos: se deja hacer fotos con Arenas Bocanegra. Mi admirado senador Joaquín Ramírez se ha decantado por Cospedal y una exalcaldesa de Fuengirola ha tomado partido por Casado en lo que unos opinan que es la expresión de un cabreo por ser ninguneada pero otros toman por la verbalización de una audacia. Casado puede ser el Zapatero del PP, decía Campo Vidal esta semana en este periódico. Vaya usted a saber. Y pida postre.