Cómo vuela el tiempo en la era de internet. Parece que fue ayer cuando las universidades se consideraban incorruptibles templos del saber, sus títulos documentos merecedores de ser enmarcados y sus docentes jueces implacables del conocimiento. Y qué decir de los másters, la guinda del currículum, la demostración certificada de que sus poseedores poseen una voluntad extraordinaria de perseverar en su formación. Todo eso pasó. El caso Cifuentes primero, y el caso Casado ahora nos han trasladado, gratis, una enseñanza sobre la instrucción superior, resumible en que se encuentra al mismo nivel que el resto de instancias de nuestra sociedad. O sea, que adolece de las mismas carencias, y que la adornan las mismas virtudes. Hay que agradecerle a la universidad Juan Carlos I la lección sobre tratos de favor, falta de escrúpulos y nulidad gestora, aunque ya habíamos hecho un máster sobre corrupción en la universidad de la vida viendo desfilar ante la justicia en los telediarios a los protagonistas de Gürtel, Malaya, Nóos y demás. Por si la noción de máster no estaba ya lo suficientemente desprestigiada, y por si no estábamos aún convencidos de que dichos cursos son básicamente sacacuartos, la Universidad Autónoma de Madrid propone uno para conseguir ser influyente en las redes. Cuando completen las 500 horas de que consta Intelligence influencers: Fashion&Beauty, y entreguen su proyecto final con un modelo de negocio en las redes, los alumnos tendrán el título de líderes de opinión. Y ¡hala!, a buscarse la vida influyendo en las masas.

Me ha llamado la atención la gravedad con la que los impulsores del máster para ser bloguero o videobloguero, la facultad de Psicología y la Escuela de Inteligencia Económica, con la colaboración de la Ibiza Fashion Week, buscan revestir este posgrado que así, a primera vista, parece la madre de todas las chorradas. Su director, el catedrático Manuel de Juan, contó a El País que «desde que se produjo la Primavera Árabe el tema de los influencers es capital. Están en contacto con un público inmenso y han de saber que eso no es una broma, requiere seriedad». Vaya, no he leído ningún comentario de Olivia Palermo ni de Kim Kardashian sobre la estabilidad en Oriente Próximo, pero tampoco las sigo. Semejante trascendencia contrasta con el hecho de que la presidencia honorífica del curso haya recaído en Ágatha Ruiz de la Prada, y con se dirija específicamente al mundo de la moda habiendo otros como el turismo, la gastronomía o la política que también merecerían prescriptores de opinión bien formados. Estilistas, modistos, peluqueros y expertos en imagen personal desfilarán por las aulas universitarias para impartir monográficos. Desde las redes sociales, algunas influencers patrias autodidactas como Laura Escanes o Dulceida ya han manifestado su desconfianza hacia la generación de toda una promoción de posibles competidores. La partida nonata de paulasechevarrías y sarascarboneros cum laude ya cuenta con sus primeras haters, y eso que todavía no ha arriesgado sus propuestas de combinación de pantalones de chándal y bolso, sus maquillajes para ir de fiesta o sus trucos para que no se te note la resaca. De manera que este máster promete. Esta monada de campus de la Autónoma se lleva un me gusta.