'Guerra contra el cambio climático', por Pablo Osés Azcona

Un amigo sabio y demógrafo me acaba de decir: "Pensaba que eras demasiado tajante , hace 20 años, cuando me criticabas por no dar tanta importancia como debía al cambio climático, y ahora veo que tenías mucha razón. Entonces casi todos reaccionaban como él. Después de seguir la humanidad con sus suicidas excesos de CO2 perdiendo un tiempo precioso, ahora parece que la alarma se ha generalizado y se ha daclarado, por fín, la guerra contra el cambio climático, cuando ya es casi imposible ganarla. Del 12 al 14 de septiembre de 2018 en San Francisco se celebrará la Cumbre Global de Acción Climática con un programa alentador. Pretende " impulsar la acción climática hacia adelante, llevando la ambición al máximo nivel".

Bienvenidos como preparacion a la Cumbre la ONU sobre el clima en diciembre en Polonia. Nos quieren movilizar empezando por empresas y gobiernos que son quienes pueden hacer que los ciudadanos queramos vivir con el CO2 bajo control. Llevemos también nuestra ambición de sostenibiliad al máximo nivel. El pecado original es la consecuencia de la caída del hombre, originado por la rebeldía de Adán y Eva. Las corrientes renovadoras dentro del judaísmo interpretan la caída como el primer acto de libre albedrío del hombre, y lo consideran como parte del plan divino, puesto que la falta representaría la admisión de la responsabilidad; en otras palabras, el mito de la caída sería una elaborada alegoría del pasaje a la adultez y la autonomía. La paga del pecado es la muerte. Teniendo en cuenta que hay más de una muerte y que, tras el delito del rey David, Dios le llama «varón conforme a mi corazón», la diferencia entre David y Judas reside en la forma de actuar de los dos: David acepta la responsabilidad; sin embargo Judas se quita la vida. Solo este detalle corroboraría la tesis de las corrientes judías pero abre otros debates, y son: «¿El suicidio, en cualquiera de sus formas es una manera de evadir la responsabilidad? ¿Es una huida? ¿Es una opción para no aceptar lo que la vida, o uno mismo se cocinó? ¿Es una cobardía?»