No sé si cuando Blas Infante dio luz al himno de Andalucía se inspiró en Málaga, creo que sí. Hoy más que nunca hemos de tener presente su letra, su mensaje ¡Andaluces, levantaos!. Estamos en Málaga y por aquello de la localización podemos hacer nuestro el ¡Malagueños, levantaos!. Quizás fue un visionario y atisbaba que tras casi cuarenta años de gobierno socialista Andalucía tenía que levantarse. Visionario o no, Málaga, la provincia más castigada por el gobierno andaluz, necesita alzar la voz, decir basta y exigir el mismo trato, que tampoco es para tirar cohetes, que el resto de provincias andaluzas.

Málaga, la Bella, la Muy Hospitalaria es la gran puteada por el gobierno autonómico. No es victimismo ni critica huérfana. Es la realidad que arrojan las cifras. Las matemáticas, como el algodón, no engañan. Málaga es el motor económico de Andalucía, es donde el gobierno regional recauda más impuestos cedidos y es a la vez la provincia que encabeza el ranking andaluz de alumnos que han comenzado el curso en barracones, caracolas o aulas de lata. Lo llamemos como lo llamemos es vergonzante.

Mientras el gobierno andaluz saca pecho de su gestión, Málaga encabeza la peor ratio de cama hospitalaria por habitante de Andalucía y de Europa. Pero pagar pagamos, y mucho. Un 28 % de las transacciones inmobiliarias que se hicieron en Andalucía el pasado año fueron en nuestra provincia, y casas no sólo compran los ricos, también los jóvenes, pensionistas y asalariados. Todos ellos pagaron el 8% de su compara a la hacienda andaluza. Mala suerte, en la comunidad de Madrid el tipo es del 6%.

Como dice el refranero, las desgracias nunca vienen solas, y menos aun cuando quien gobierna lo hace con el empeño que no tiene a la hora de gestionar. La obsesión del gobierno andaluz por fastidiar al malagueño, ya bastante jodido con los peores servicios públicos de la comunidad autónoma, es tal que ahora nos suben el índice corrector que se aplica a los valores catastrales a la hora de determinar los cantidades por los que tendremos que tributar por comprar un piso o por heredar nuestros hijos. Es vergonzoso que mientras en el resto de Andalucía baje entre un 7 y un 13%, aquí nos lo aumenten un 12,05% de media en la provincia, llegando al 30% en algunos de nuestros pueblos.

Pagar impuestos hay que pagar, no hay otra fórmula para mantener el estado del bienestar. Nadie lo pone en duda. Como tampoco es cuestionable que la riqueza que generan los impuestos autonómicos ha de ser redistribuida en nuestra comunidad. Penalizar con una subida de impuestos a la provincia que más contribuye perjudica a todos los andaluces. Todo está inventado, a mayores impuestos menor actividad económica, menos dinero en el bolsillo de los contribuyentes, menos inversión y, a la postre menos recaudación. Pero había que hacerlo, y otra vez a Málaga.