'Viejo, enfermo y abandonado', por Bartolomé Florido

Hace unos días en la avenida Isabel Manoja de Torremolinos a las 17.30 horas vi a un perrito que tuvo que ser un ángel hará algunos años, que andaba tranqueante, estaba sucio, abandonado, casi ciego, enfermo y completamente desubicado. Varias veces evita que cruzase la calzada de la avenida, ya que había muchas posibilidades de que fuera atropellado por un coche. El perro cojito buscaba a su amito que lo había abandonado sin piedad ni compasión o sabrá dios. Los que tenemos perro sabemos lo que cobra un veterinario. Y hay criaturas que no lo pueden pagar u otros que ya les molestan este ángel caído que sólo mueve el rabo de alegría cuando está en casa de los que lo han criado. Tengo dos perros recogidos y cuatro que han muerto en mis brazos en estos últimos años. Sé muy bien del tema que hablo. Llamé al 092 y la Policía Local de Torremolinos me dio el número de una protectora de animales pública de Mijas. Les dí todos los datos sobre el animal e inclusive el estado del perrito y lo síntomas que presentaba. Ante sala de la muerte por atropello o tristeza. Me dijeron los responsables de la protectora que vendrían a recogerlo. Mientras tanto, yo le puse un cacharro con agua para beber y le compré unas salchichas para que comiese. El perrito desconfiado y asustado ni bebió el agua ni probó un trozo de las salchichas. Buscaba otra cosa que yo no le podía dar. Lo dejé en el césped de un jardincito que hay en dicha avenida. Pero, cinco minutos después se levantó y empezó a caminar buscando el amor, la protección y el cuidado que yo por cobardía y egoísmo no le he dado. Decía mi madre que la juventud es muy corta y la vejez muy larga.