Les voy a meter en mi casa mientras escribo. Escucho de fondo Let´s work it out, de Texas. La voz de la escocesa Sharleen Spiteri siempre me pareció tan limpia como su cara. Miro en el traductor y aprendo que el título de la canción es un giro en inglés que viene a significar: Vamos a resolverlo. Me templa el saberlo, tras haber limpiado con amoniaco la tercera meadita del perro de mi hermano en el sofá del salón. Marcando territorio. Mi hermano y mi cuñada -que es mi hermana también un poco- han ido a Cáceres a la graduación de mi sobrino, que anda en terminar veterinaria, y nos hemos quedado con el «Flequi», un bichón maltés que salta como una pequeña rata canguro, pero te mira como un tierno dibujo animado.

«Malcocinado»

Escribo y el animal (que rima con criminal) me mira enroscado sobre el sillón de lectura que tengo en la salita-oficina-biblioteca-cuarto de los deberes, arquetípica de un autónomo (de la que me voy despidiendo porque habrá que ir pensando en sacrificarla cuando, si todo va bien, llegue el otro hijo en un par de meses largos). Escribo y los rostros de las chicas del Málaga Club de Fútbol, que anteayer recibían el premio de La Opinión en una gala que tuve el honor de volver a presentar -acompañado de mi compañera Teresa Pujalte-, me hacen olvidar el afán territorial del bichón bicho. Con sonrisas como las suyas, sonrisas y piernas y cerebros de primera división, uno cree que casi todo podemos resolverlo. Incluido ese sondeo del CIS que se paga con dinero público y que debería dejar de ser innecesariamente mensual, de nuevo. Sin entrar en cuánto exagera a favor de parte o contra el adversario el sondeo, parece que el actual responsable, Tezanos, que a más de ser sociólogo es también legítimo militante del partido en el Gobierno, lo último que debiera haber hecho es alimentar las sospechas de que tanto cambio pueda favorecer a los suyos. Lo público, o sea, lo que es de y para todos, no debe ser ni parecer que es para una parte.

El lengua

Cuesta mucho camino y tiempo trabajarse la credibilidad, pero se pierde en un mal paso. O en una mala cocina. Malcocinado es un plato rural malagueño que mezcla los garbanzos cocidos con el tocino y la carne en un revoltijo con aceite y pimentón al gusto. A algo parecido le llamaba mi madre «ropa vieja». A veces, quienes suelen mal cocinar los sondeos, los que sean, para intentar influir en el ánimo del votante, tienen la ropa más vieja que El lengua, aquel barbudo harapiento que durante años deambuló por las calles de Málaga, formando parte de su paisaje urbano. A los chaveas les daba algo de miedo, pero a mí siempre me pareció una especie de avisador romano; aquel personaje que se situaba junto a los generales victoriosos, mientras eran jaleados por la multitud, susurrándoles al oído que no se creyeran demasiado todo aquello porque, como todos, ellos también se iban a morir.

Llueven años

Y se murió. El lengua (que quizá enloqueció definitivamente cuando, como dicen, le faltó su madre) terminó atropellado en su ciudad, en la avenida de La Paloma, por un coche cuyo conductor se dio a la fuga. Ocurrió hace casi cuatro décadas, como parece que hace de casi todo últimamente. Al fin y al cabo, esas cuatro décadas vividas casi coinciden con el tiempo que llevamos de democracia en España. 40 años cumple también el grupo Prensa Ibérica, una de cuyas diecisiete cabeceras es La Opinión de Málaga. Y 15 años cumple hoy el Museo Picasso, otro de los galardonados anteanoche. Aquel día llovió y sobre los rostros de políticos importantes y personajes mediáticos se convirtieron en protagonistas los paraguas, tan poco utilizados en Málaga. La consejera que entonces lo inauguró hoy es vicepresidenta del primer Gobierno surgido por una moción de censura. Carmen Giménez fue la primera directora de la pinacoteca andaluza que Christine y Bernard Picasso siguen patrocinando. Bernardo Laniado fue el segundo. Y anteayer, José Lebrero, el director más empático de los tres, recogía esa estatuilla del imaginero malagueño Juan Vega, que se asemeja, quizá, a alguien pensando lo que va a publicar en el periódico.

En campaña

Los tres políticos que hablaron (Javier Carnero, consejero de Empleo; Elías Bendodo, presidente de la Diputación y Carlos Conde, primer teniente de Alcalde) valoraron a los premiados ya aludidos y a Bancosol, Starlite y la cooperativa Trops. Algo que puede resultar repetitivo para el espectador, pero no para quien en su día recibe tan merecidamente los elogios. Seamos justos, apenas se notó que, aunque unos más que otros, estaban todos en campaña. Y en el caso de Carlos Conde más, porque venía de un pleno municipal duro en el que Ciudadanos, sumando su negativa a la de los demás grupos de la oposición, había escenificado ya la separación electoral con el PP, tumbando el paquete de cinco millones de euros que Conde defendió con denuedo sin éxito. Conviene recordarlo, porque esto es un periódico y... Porque hoy es sábado.