En vísperas de la jornada electoral andaluza, tomo el título de la novela de Joseph Roth para empujar este artículo. No recuerdo donde leí que Roth usó este título para crear el punto del desconcierto en el que la realidad te alcanza, cuando se acaban los cuentos de Sherezade y queda la realidad descarnada.

Se han vendido estas elecciones como el final de una época, como la oportunidad de salir de un régimen, con una tierra ensoñada, de hospitales Potemkin y escuelas pendientes siempre de las siguientes elecciones, como si la suerte de Andalucía dependiera de una meta inalcanzable, subida en una prórroga forzosa permanente. Cuatro años más para la Dependencia. Cuatro años más para la Educación. Cuatro años más para la Sanidad. Cuatro años más, una vez más, desde hace cien mil millones de euros. Habrá que esperar a la noche del 2 de diciembre, la noche del último cuento, para ver si se acaba la serie o empieza una nueva reposición.

Edgard Allan Poe también escribió sobre ello. En El cuento mil y dos de Sherezade, ella revela al Sultán que todo cuanto había contado antes era mentira, y se propone a contar la real y verdadera historia de Simbad, en cuyos viajes tuvo conocimiento de innumerables y futuros avances científicos de los que va dando cuenta en su relato. Pero en éste y sólo en éste, el Sultán piensa que su mujer lo está engañando para zafarse de su destino, mandándola a estrangular sin dilación y quedando sin saber qué tierras, descubrimientos y saberes podría haber alcanzado.

Queda al arbitrio del lector de esta columna el asignar cada uno de los papeles (Sherezade, el Sultán) y querer o no que, después de tantos cuentos, podamos saber qué puede haber de verdad en una Andalucía por venir.