La tasa de natalidad en España ha sido en este año la más baja desde 1941. Está claro que estamos mejor que en la posguerra, pero no sé si las condiciones para traer descendencia a este mundo son mejores... Hay quien prefiere un perro a un niño, dura menos y da menos problemas. Hay quien no tiene dinero para mantener una familia, porque los sueldos son los que son y la vida cuesta lo que cuesta. Hay quien decide que no quiere tener hijos porque no, y punto.

La cuestión es que nos vamos al carajo. España sigue sin alimentar la pirámide por abajo. Ni con nacionales ni con inmigrantes. Está claro que lo de las pensiones va a ir a peor, porque no tenemos quién cotice.

A por los planes privados, no vaya a ser que al final, después de haber estado pagando impuestos como buen hijo de vecino, resulte que el Estado, sorprendentemente, falle y nos deje con el culo al aire.

Cunde poco, porque hoy es más fácil que nunca mantener relaciones sexuales. El sexo se ha convertido en una pata más del ocio y eso es de agradecer. Hay suficientes posibilidades para evitar embarazos no deseados y ETS como para decidir disfrutar sin procrear. Tenemos la tasa de natalidad que podemos tener. Ni con cheques bebé hay manera de repuntar. España no va a crecer por la vía de la natalidad, eso no ofrece género de duda.

Cada vez somos más viejos y con mayor esperanza de vida. Acojona. El recién nacido de hoy tendrá que soportar a demasiados pensionistas. Y eso se la suda al Estado, que sigue y seguirá actuando de forma indecente. Nos venden el chocolate del loro, que se nos acabará atragantando.