Cuando tenga usted en sus manos este artículo que me han invitado a escribir, habrá pasado justo una semana de mi examen de español DELE (nivel A2), una prueba obligatoria para quien como yo, rumano de nacimiento, su lengua materna no sea castellano. Confieso que la preparación de este examen me ha supuesto un largo y gran trabajo y casi un sufrimiento aunque afortunadamente he tenido la oportunidad de encontrar personas en este camino que me han prestado apoyo; desde la Asociación Arrabal, que es como mi segunda casa, hasta otras muchas personas de la Agrupación Puerta Única del Ayuntamiento de Málaga.

Desde que llegué a Málaga he tenido el deseo en mi cabeza de conseguir la nacionalidad, sin embargo, me costaba dar el primer paso. Estar en situación de calle y contar en tu historial con problemas de alcohol te hace sentir inseguro. Hace unos meses me di cuenta de que ya había pasado tiempo y, con casi 60 años, decidí que era el momento Me apunté a un centro de idiomas para aprender español.

Escribir, leer y hablar español es obligatorio, pero para mí ya era importante desde mucho antes para buscar un trabajo y por mi propia necesidad de comunicarme, aprender y buscar sitios.

Para conseguir la nacionalidad he descubierto que requiere de mover muchos papeles y conseguir dos diplomas. Si mi nivel de español es bueno, como quiero reflejar en estas líneas, el siguiente paso será mostrar mis conocimientos sobre la Constitución y las costumbres socioculturales españolas. Todo un reto, que estoy seguro muchas personas nacidas aquí no superarían. En todo este asunto hay también una cuestión muy importante para mí: el coste. Tuve la suerte de contar con un empleo en distintos periodos y, de esa manera, pago las tasas y exámenes, que a mí me parece demasiado.

Como he dicho, el camino es muy largo, sin embargo ya me falta poco para conseguir este gran deseo. Cuando alguien me pregunta por qué quiero la nacionalidad española siempre respondo «es una buena pregunta» y añado: En primer lugar, por mi salud; en segundo, para que las condiciones de la vida y las oportunidades sean más elevadas. Como soy padre de cuatro hijos, quizá alguno de ellos en un futuro próximo,quiera estudiar y vivir aquí. Además, llevo mucho tiempo viviendo en Málaga y me identifico con los malagueños, con quien comparto las mismas raíces de idioma y mi carácter abierto.

Ya en la recta final, aun siendo complicado, creo estoy preparado para superar lo que me falta y para hacer una pequeña crítica: ¿Tiene sentido cobrar 300 euros para acreditar la nacionalidad cuando hasta hace unos años todo este procedimiento era gratuito?, ¿se puede medir un sentimiento con un examen?

*Gabriel Ostroveanu es usuario de la Asociación Arrabal-AID